martes, 17 de agosto de 2010

Un búho, una noche, de luna roja

Termino de ver “A Single Man”, de Tom Ford, protagonizada por Colin Firth, ingles, elegante, de algunas comedias románticas pavas pero no tanto.
Un hombre solo, George Falconer, despierta de un feo sueño. Su pareja, la persona con la que vivió durante 16 años, murió hace algunos meses en un accidente de autos. El sueño es ese hombre debajo de un auto y George que se acerca para besarlo. Después despierta.
Despertarse, encontrarse con uno, vestirse de lo que uno es, todo eso, que parece imposible cada mañana.
Corren los años 60 y pico. Una noticia que se escucha en la radio mientras George va camino a la universidad, habla sobre Cuba, sobre el miedo, sobre la posibilidad de que todo termine mal.
La muerte es lo único que compartimos los seres humanos, la muerte y la vida y la boca aunque haya algunos que no tienen o los ojos aunque algunos tengan uno solo y otros ninguno.
No es una película sobre el way of life norteamericano, pero todo está presente. Por dentro, el dolor, la romántica soledad de saberse solo, la existencial dificultad de entender la vida y aun así desearla.
Y por fuera está Norteamérica la linda, la de los peinados esponjosos de amas de casa con tiempo libre, mucho tiempo presas, supongo.
Están los vecinos del profesor. Hay una escena muy linda, el profesor está sentado en el inodoro, leyendo alguna literatura, y su mirada que se deja ir, va a hacia la ventana y ve, y vemos, una nena martillando una balanza de esas que puede haber en el baño, un nene que agarra una mariposa con mucho cuidado para después destrozarla entre sus manos. La madre, hermosa, sin frizz, y ahora los niños, buscan un tesoro con esos aparatos para detectar metales en el césped que está frente a la casa. y después sale él, el hombre de la casa, de mal humor, intocable, detestando todo, su esposa, solícita se acerca para saludarlo pero tiene la manos llenas de barro y el esposo le hace notar su torpeza.
Nada funciona bien en el mundo. O algunas cosas funcionan y la mayoría no. Un colega de George le cuenta que construyó un bunker anti-nuclear detrás de su casa, para que esté escondido, para que cuando el mundo se esté acabando, los vecinos no se le quieran meter. Es una escena súper rica porque al lado de ellos, mientras charlan, dos estudiantes sin remera juegan al tenis. Para el colega de George es inentendible que él no se preocupe, y mientras vemos a George observar los cuerpos transpirados, nosotros que si sabemos lo que el desea, George se mantiene calmo pero claro y le contesta que no tiene sentido vivir en el mundo que podría venir después. La ambigüedad sobre su comentario está en que no se entiende si lo que lo pierde es la belleza de los hombres o su decisión de ser él mismo, aunque el mundo explote. ¿Dije ambigüedad? Bueno, no es esa la palabra.
Haciendo un repaso mental no veo ninguna idea novedosa, será que aparte de compartir la muerte como final compartimos algunos hechos inevitables por estar vivos. La gran mentira yanqui, vista por un ingles, homosexual (supongo que es destacable pero no condicionante su sexualidad) que vive en Los Ángeles en el año 60.
Aparece Julianne Moore, es la amiga de George, hermosa como siempre, riéndose de una manera que no es fácil de entender en un adulto, claro está, a no ser que sea una loca, una persona que mientras se ríe y desvaría e imagina, lo exterioriza. Sólo un loco exteriorizaría sus emociones. O un niño bonito en busca de aventuras. Un alumno en busca de un profesor.
Disfruté mucho los colores. El rostro pálido de George enfrentado a los rostros coloridos, bellos, brillantes de los hombres que conoce, de las mujeres con las que habla. Un hombre en la puerta de un mercado, un adonis, con cara de publicidad de Calvin Klein. Choca contra George, fuman un cigarrillo, se ofrece, se le ofrece a George pero sin éxito. La más honesta de las tristezas no comprende la belleza.
Mientras, la película pasa, sin exigir mucho. El acto contemplativo al que nos vuelca, desde la entrada, con la música, es claro. Queda en la sensibilidad del espectador dejarse llevar. No hay insistencia. No hay lugares a los que ir.
Para un actor, creo que algo así dijo Sean Penn, no existen las buenas o las malas actuaciones. Se va creciendo, se trata de intentar llegar hacia un lugar. En este caso, Colin Firth parece haber llegado, aunque después no haga nunca algo tan preciso, aunque después repita lo que hizo. Es un personaje querible, débil, fuerte, amargo, alegre, bondadoso, capaz de expresar su desagrado, sabiendo el costo que tiene.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Las viudas de los jueves, C. Piñeiro

Termino de leer “Las viudas de los jueves”. Es el primer libro que leo de la "siora" Piñeiro y a menos que me encuentre alguno tirado en la calle, es posible que sea el último.
El libro ganó el premio clarin de novela en el año 2005, hicieron una película y una obra de teatro. Yo lo pagué 25 pesos en parque Rivadavia y sé que me estafaron.
La historia transucrre dentro de un country privado. El personaje principal habla como uno podría imaginar que habla una persona de ese tipo. O al hablar no parece desentonar con el estereotipo. Incluso los temas que le interesan o sus reacciones van acorde a lo imaginable. La liviandad de su carácter, la poca capacidad de reflexión. Lo más logrado del libro es la voz narradora.
Me gustó que cuando terminé el libro, al leer los comentarios del jurado que la premió, Saramago resaltara eso. Yo había pensado en, cómo podía ser que el portugués, que mostró en el evangelio ironía y lucidez, le pudiera gustar este librito.
Bueno, la voz es perfecta. O Piñeira es una infeliz superficial.

Se nota la capacidad técnica de Piñeiro, auque cuando uno lee un libro no esté buscando eso. La construcción de los personajes está bien hecha. No es forzada y da sensación de realidad, de micro cosmos. No es cierto que tenga ritmo cinematográfico. Por momentos si, pero sólo por momentos. Después, es más que nada una crónica descriptiva de la vida dentro de un country. La vida de mujeres, putitas con anillo, aburridas y cortas.

A la mitad del libro me pregunté si estaba bien que haya ganado un premio. No sé. Que haya sido un premio clarin. Tampoco. El último premio Clarin que leí fue el Anatomista y se me quedó pegado en la pagina 62-63.

Una escena me gustó mucho, donde Virginia Guevara, la protagonista/narradora, le pregunta a su hijo si se droga. Creo que es la más real de las escenas. La más verosímil, no por lo que sucede, sino porque está contada pero no forzada y aparte, porque me remitió a escenas de mi vida. La madre histérica, el hijo que no entiende porque se pone así. El padre (en mi escena no estaba pero yo imagino que hubiese actuado casi así) más sereno, no fumes más, por qué, porque no quiero, ok. La madre le pega unas cachetadas. Llora.
No creo que sea un libro exclusivo para las mujeres, pero no se me ocurre ningún hombre al que le pueda gustar. Ninguno que conozca. No conozco mucha personas.
Después, el desarrolo de la trama es absurdo. Por eso está contado como está. Empieza con la muerte de los amigos o con algo que pasó en la casa de los amigos y la posición súper irreal o estereotipada del marido de Virginia emborrachándose.
250 págs. despues de "la vida en Los Altos de la Conchuda o algo así que es el nombre del country" viene el final, ilegible, de por qué se mataron. La onda es que estos maridos de mujeres mantenidas se suicidan para dejarle un seguro de vida a sus mujeres. Pero al final se sabe que uno no quería matarse y otro lo mató y Virginia con su marido se debaten en avisar a la poli o no. Cualquiera. Cómo si fueran buenos, o ellos los buenos, o ellos los no hipócritas. No se entiende.

Lo que tampoco se entiende es si, un escritor con técnica tiene la posibilidad de vender libros aunque no tenga mucho más.
Piñeiro me parece cursi, se frena en lugares comunes siempre que puede, pero a la vez, cuenta una historia que se cae pocas veces, muestra muchos personajes y de todos dice algo, a todos los construye un poco. Los personajes masculinos están vistos desde fuera, son como de cartón, pero la utilería le funciona bárbaro. Un libro que Stephen King no despreciaría. Y si me tomo la libertad, es lo mismo que Harry Potter pero en un country de la provincia.
Lo que no sé es, si el mérito, y el premio, están en hablar de un universo cerrado, del que la gran mayoría sabe muy poco. Quizás sea eso. O la técnica, que se nota, que es buena, que le alcanza para que uno termine el libro.
Quizás, otro elemento destacable, después de la voz de la narradora, son los detalles de la historia Argentina y cómo les afecta a los personajes. No da nombres, así que me imagino que se los habrá sacado el editor para que cuando lo traduzcan no queden mal Menem y los otros que hundieron al país con nombre y apellido. O sencillamente porque no tiene sentido que estén esos nombres en un libro liviano que puede ser leído en Madagascar o Norteamérica.

lunes, 9 de agosto de 2010

Lástima grande

El Momo Reyes salió al palco central. Tenía un traje claro que lo hacía ver inmenso y la cara serena de un niño. Sonrió, estaba feliz, orgulloso. Abajo, la plaza estaba llena de familias y banderas argentinas y a los costados, en altas tribunas improvisadas, las hinchadas que alentaban cada una con su color.
-Este es un día importante-, dijo Reyes y la gente coreó su nombre, -Reyes, Reyes-, el Momo sonrió en agradecimiento y enseguida comenzó a hablar. -Aunque sé que muchos lo desmerecen, y que muchos no lo ven, hoy, es un día importante para los seres humanos, para todos y no sólo para nosotros. La FIFA tomará una decisión en pocas horas. Nosotros estamos acá porque sabemos lo que eso significa esa decisión, nosotros estamos acá porque les decimos que NO- Las tribunas comenzaron a gritar. La gente saltaba cantando canciones.
-Cuesta dimensionar a primera vista los alcances de esta decisión. Me toca ser quién lo dice acá, me toca tener palabra en esta ocasión pero sé que no estoy solo, que hoy somos nosotros-
La multitud explotó. Un grito poderoso subió hasta los palcos.
-No entienden nuestra pelea. Se niegan a escucharnos. Quieren que sea la tecnología la que decida todo. Quieren darle ese poder. Sacar lo humano del medio. Hacer como si los errores no existieran. Sabemos que es mentira, lo que ellos quieren es controlar la legalidad del error. Decir qué es gol y qué no y eso ya quedó más que probado- La gente grito su aprobación. -Le decimos que NO a deshumanizar el deporte, le decimos que no a la perfección porque sabemos que es una mentira. No alentamos el azar, lo respetamos como un factor de la existencia-
La multitud volvió a encenderse.
-¿Qué importa que un tipo en la televisión diga que aunque muy fino fue off side?, ¿Qué tiene que ver la televisión con el deporte? ¿Qué importa si fue gol o no?, en serio, llegado el caso, si nosotros lo sabemos mejor que ellos, es un juego, es el fútbol, son cosas que pasan-
El Momo respiró profundo. La plaza estaba llena, nunca había imaginado que él se encontraría hablando, hablando a una multitud. Sus años de jugador habían pasado hacía mucho, y quizás esta era mejor época.
-Pero quieren decirnos que el fútbol es otra cosa. Una cosa seria donde hay algo más en juego. Ellos, los mentalistas, los reglados, ellos que desmerecen lo que jugamos- Reyes hizo un pequeño silencio tanteando a su público. -Hay algo más que el santo fútbol. La FIFA lo sabe y quiere callarlo. No es a nosotros a quiénes callan. Es algo que existe en nosotros. El grito sagrado es su forma más heroica.-
La plaza se cubrió de gritos, canciones, sonaban los bombos y las voces enfurecidas de las tribunas. Un cuerpo enorme de hincha late inquieto como una oruga gigante bajo la sal..
-El juego vive en nosotros- gritó Reyes, -Ellos quieren dominarlo, ellos, la FIFA, la iglesia del fútbol, el papado europeo del balón pie, quieren decirnos cómo es el Fútbol, quieren la única palabra-.
Las tribunas de los dos equipos, antes divididas, se unieron al grito de -Hijos de puta, Hijos de puta, Hijos de puta- la gente sobre la plaza se sumó al grito. Durante minutos hombres y mujeres se encendieron en el grito que parece interminable.
-Yo sé, yo sé-, dijo Reyes, moviendo la mano para que el publico se calmara. -Yo sé, que muchos, muchos- remarcó-, muchos no vimos nada cuando admitieron poner un chip a la pelota. Muchos incluso lo apoyamos con nuestro silencio. El sentido común suele ser ignorante, pero no es este un tiempo de lamentos-
-Ahora ya nadie olvida la fina del internacional del clubes. Nadie el gol de Zucarelli que no fue. La imagen oficial trucada. Las evidencias que la FIFA no acepta, el juicio al que la Haya no dio lugar.
-La tecnología no falla, nos dicen, pero el chip se disparó antes de tiempo. Ahora todos lo sabemos. Sabemos que fue correcta la decisión del arbitro Conrado cuando con sus manos hizo la señal de ,siga, siga. La pelota no cruzó por completo la línea del gol. Pero el control ya lo tenían ellos- Finalizó Reyes con expresión de batalla perdida.
El alarido indignado subió con tal fuerza que unos pájaros se fueron volando asustados. Podía verse la injusticia en los rostros de aquellas personas. Las ojeras marrones, los pómulos marcados.
-No es-, siguió reyes, -no es que no nos duela el hambre. Nuestro enojo no es futbolístico. Pero es el mundo donde vivimos para ser libres, aunque sólo sea otra prisión, una habitación con puerta al mundo que ellos rigen. Incluso sabiendo que nuestro territorio queda dentro del de ellos. Pero ellos saben dónde vive lo que sentimos. Ellos lo saben y lo quieren callar. Nosotros no adoramos el fútbol, adoramos el juego, el azar. Adoramos lo que el fútbol es, no lo que significa.
Y cuando el fútbol es, no pueden dominarnos. Las reglas pertenecen al juego. Sabemos que usan el fútbol, nosotros los dejamos, el fútbol es más poderoso, se hace sin cambiarlo y cambia todo el tiempo- Las plateas aplaudieron las últimas palabras con estruendo.
-¡Sociólogos!-, gritó encendido Reyes sorprendiendo al auditorio que se había relajado un poco, ¡Manipuladores! ¡Quieren reducir todo a una estadística pero no los dejaremos!- Reyes miró a las personas sorprendido, cada mano aplaudía pero se escuchaba sólo a todas. Deseó no sentirse feliz. Mantener la compostura.
-Yo me pregunto de qué hablan cuando hablan de prohibir. Soy argentino, más de una vez perdimos partidos. Injustos y de los otros. ¿Pero qué significa? Cuando perdimos en un partido comprado fue contra ellos. Contra los poderosos. Ahora ellos nos quieren decir que es importante poner la tecnología en el fútbol, ellos justamente. Yo no quiero dejarme en engañar-

La tribuna alienta sin parar. Las banderas parecen gigantes, los colores los diferencian pero son todos de la misma especie. –El que no salta es un ingles-, gritan las tribunas y la gente en la calle se une como una cadena, canta la plaza, vive la lucha en los corazones de los hombres, -El que no salta es un ingles-, continúa el aliento y Reyes extasiado ruge en el micrófono, -Seremos cualquier cosa pero no seremos ellos-, la garganta le quema. -Les decimos NO, les decimos NO aunque no nos escuchen- dice por fin cerrando su discurso.
La plaza explota. La fuerza es total, vibra la calle bajo los salto del pueblo y no cae hasta la llegada de la noticia.
La FIFA comunica la nueva reglamentación del fútbol. Se conoce que el representante argentino votó a favor.
El aliento sigue hasta entrado el día siguiente.
La inclusión de la tecnología en el fútbol no prohibió que se arreglaran partidos. Doce años después festejamos un campeonato mundial. Ese fue el precio que puso la AFA.
La gente Salió a la calle a festejar pero algo había cambiado. El grito valía lo mismo por fuera, pero no por dentro.