miércoles, 16 de febrero de 2011

Luz de palier

Regina está sentada y Alvaro parado frente a ella. Le molesta esa situación de tener que levantar la cabeza para hablarle. Está en el medio del sillón blanco que vino con la casa y tiene los codos sobre sus rodillas; mientras, se agarra la cara. Está cansada y en su mente se repite a saltos la historia del día agotador que le espera mañana.
Alvaro repite algo porque ella no le contesta.
-Bueno, pienso que lo mejor es que me vaya antes que se haga mas de noche.
-Claro-, le responde ella y recoge su pelo en un rodete que dura unos segundos.-claro, claro.
Son las seis de la tarde y la luz es gris en el pequeño living. Hace un rato que están así, sin prender la luz.
Cuando ella llegó, Alvaro estaba en la pieza preparando su bolso. Había pasado todo el día ner viosa pensando en ese momento. Cuando lo vió no sintió gran cosa. En el trabajo había estado distraída y triste. A la hora del almuerzo, mientras esperaban que el delibery trajera la comida, había hablado un poco (las chicas le habian preguntado qué pasaba) y se puso a llorar porque le decían, oh pobre, que lastima, y ustedes se querían, hace cuanto tiempo que están? y ella les había dicho que si, que se querian, 2 años conviviendo y 3 de novios pero había mentido sin saber bien por qué, había exagerado la fecha, no había dicho que en el medio estuvieron peleados, distanciados, casi un año.
Cuando terminó de hacer el bolso, Alvaro se metió en el baño y se encerró durante un rato. Ella aprovechó para cambiarse la ropa y lo esperó sentada en el sillón mientras fumaba.
Ahora estira las mangas de su buso y sube los pies al sillón y se aprieta las punta helada de sus pies dentro de las medias.
Alvaro camina hasta la mesa donde esta apoyado el bolso.
-Sabes que para mi tampoco es fácil?
-No lo sé-
-No lo es Regi, es algo que me pasa, que no entiendo, pero no es fácil.
Detrás de Regina está la ventana y se ve el cielo gris y tormentoso y brilla una luz de bronce oxidado.
Se miran en silencio y se escucha el sonido del gas de la estufa.
Alvaro, con su mano apoyada sobre el bolso, la mira ridículo.
-Ya sé que te vas-, le dice ella sin agresividad, -pero podes dejar el bolso y sentarte. podemos hablar.
Alvaro mueve la mano que tiene en el bolsillo pero no se mueve. Apenas el codo hace el movimiento mientras el cuerpo no responde.
-No está bueno habar asi. No puedo mirar para arriba todo el tiempo. Si no te querés sentar, andate.
-Si, mejor me voy.
Se miran. Regina siente que no sabe si lo quiere, que no entiende si en realidad él la lastima. Esboza una sonrisa pactada que él entiende. Puedo mostrar que no me duele que te vayas. Puedo fingirlo que es la mitad del camino, parece decirle. Entonces se levanta y va hasta la mesa y Alvaro contrae sus músculos, de alguna manera le asusta que ella lo toque y tambien siente que quiere que lo haga. Ella agarra un cigarrillo. Tiene puesto el pantalón de algodón negro que le queda cómodo y unas medias de la lana.
Alvaro agarra el bolso y lo sostiene en el aire unos largos segundos. Ella prende el cigarrillo. Están muy cerca uno del otro y se miran. Ella tiene 32 y es un año más grande que él.
-Llamame cuando quieras buscar las cosas- le dice con cariño
Al final, piensa Alvaro, no fue tan difícil.
-Dale Regi, te llamo.
-No me digas así.
-Así cómo?
-Así como si no estuviese pasando nada-
-Bueno-, le responde mientras se dirige a la puerta, -me voy, hablamos-. Abre la puerta, suelta el picaporte y vuelve hasta ella y le da un beso en la mejilla. Ella no se mueve y el beso no es más que dos caras que se chocan y el ruido desubicado que hace él con sus labios.
Alvaro piensa en decir algo pero no hay más que decir. Camina hasta la puerta y ella lo llama
-Esperá- le dice
-Qué?- pregunta Alvaro con falsa expectativa
-Dejame las llaves.
-Ah claro, disculpa-, dice y se estira para apoyarlas en la mesa sin mover los pies.
-Bueno, llamame cuando quieras las cosas-, dice ella caminando hasta la puerta, obligándolo a salir
-Si yo calculo que más de un mes no me voy a quedar en lo de mis viejos- mientras prende la luz del palier y llama al ascensor.
-Acá no molestan.
-No claro.
Esperan en silencio que llegue el ascensor. Dentro de la casa ya no hay luz.El cielo tiene un color ocre oscuro. Esperan. El ascensor podría tardar menos piensan los dos en silencio. Luego la luz del palier se apaga. Sólo brilla en la oscuridad el botón rojo para prenderla. Ninguno se mueve. Despues se escucha el chasquido del ascensor cuando llega. Alvaro abre la puerta y mira hasta donde está Regina y ve la puerta del departamento cerrarse.
No puede ser tan malo, piensa. Pero es incapaz de mirarse en el espejo mientras baja hasta la puerta de calle.

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