martes, 17 de agosto de 2010

Un búho, una noche, de luna roja

Termino de ver “A Single Man”, de Tom Ford, protagonizada por Colin Firth, ingles, elegante, de algunas comedias románticas pavas pero no tanto.
Un hombre solo, George Falconer, despierta de un feo sueño. Su pareja, la persona con la que vivió durante 16 años, murió hace algunos meses en un accidente de autos. El sueño es ese hombre debajo de un auto y George que se acerca para besarlo. Después despierta.
Despertarse, encontrarse con uno, vestirse de lo que uno es, todo eso, que parece imposible cada mañana.
Corren los años 60 y pico. Una noticia que se escucha en la radio mientras George va camino a la universidad, habla sobre Cuba, sobre el miedo, sobre la posibilidad de que todo termine mal.
La muerte es lo único que compartimos los seres humanos, la muerte y la vida y la boca aunque haya algunos que no tienen o los ojos aunque algunos tengan uno solo y otros ninguno.
No es una película sobre el way of life norteamericano, pero todo está presente. Por dentro, el dolor, la romántica soledad de saberse solo, la existencial dificultad de entender la vida y aun así desearla.
Y por fuera está Norteamérica la linda, la de los peinados esponjosos de amas de casa con tiempo libre, mucho tiempo presas, supongo.
Están los vecinos del profesor. Hay una escena muy linda, el profesor está sentado en el inodoro, leyendo alguna literatura, y su mirada que se deja ir, va a hacia la ventana y ve, y vemos, una nena martillando una balanza de esas que puede haber en el baño, un nene que agarra una mariposa con mucho cuidado para después destrozarla entre sus manos. La madre, hermosa, sin frizz, y ahora los niños, buscan un tesoro con esos aparatos para detectar metales en el césped que está frente a la casa. y después sale él, el hombre de la casa, de mal humor, intocable, detestando todo, su esposa, solícita se acerca para saludarlo pero tiene la manos llenas de barro y el esposo le hace notar su torpeza.
Nada funciona bien en el mundo. O algunas cosas funcionan y la mayoría no. Un colega de George le cuenta que construyó un bunker anti-nuclear detrás de su casa, para que esté escondido, para que cuando el mundo se esté acabando, los vecinos no se le quieran meter. Es una escena súper rica porque al lado de ellos, mientras charlan, dos estudiantes sin remera juegan al tenis. Para el colega de George es inentendible que él no se preocupe, y mientras vemos a George observar los cuerpos transpirados, nosotros que si sabemos lo que el desea, George se mantiene calmo pero claro y le contesta que no tiene sentido vivir en el mundo que podría venir después. La ambigüedad sobre su comentario está en que no se entiende si lo que lo pierde es la belleza de los hombres o su decisión de ser él mismo, aunque el mundo explote. ¿Dije ambigüedad? Bueno, no es esa la palabra.
Haciendo un repaso mental no veo ninguna idea novedosa, será que aparte de compartir la muerte como final compartimos algunos hechos inevitables por estar vivos. La gran mentira yanqui, vista por un ingles, homosexual (supongo que es destacable pero no condicionante su sexualidad) que vive en Los Ángeles en el año 60.
Aparece Julianne Moore, es la amiga de George, hermosa como siempre, riéndose de una manera que no es fácil de entender en un adulto, claro está, a no ser que sea una loca, una persona que mientras se ríe y desvaría e imagina, lo exterioriza. Sólo un loco exteriorizaría sus emociones. O un niño bonito en busca de aventuras. Un alumno en busca de un profesor.
Disfruté mucho los colores. El rostro pálido de George enfrentado a los rostros coloridos, bellos, brillantes de los hombres que conoce, de las mujeres con las que habla. Un hombre en la puerta de un mercado, un adonis, con cara de publicidad de Calvin Klein. Choca contra George, fuman un cigarrillo, se ofrece, se le ofrece a George pero sin éxito. La más honesta de las tristezas no comprende la belleza.
Mientras, la película pasa, sin exigir mucho. El acto contemplativo al que nos vuelca, desde la entrada, con la música, es claro. Queda en la sensibilidad del espectador dejarse llevar. No hay insistencia. No hay lugares a los que ir.
Para un actor, creo que algo así dijo Sean Penn, no existen las buenas o las malas actuaciones. Se va creciendo, se trata de intentar llegar hacia un lugar. En este caso, Colin Firth parece haber llegado, aunque después no haga nunca algo tan preciso, aunque después repita lo que hizo. Es un personaje querible, débil, fuerte, amargo, alegre, bondadoso, capaz de expresar su desagrado, sabiendo el costo que tiene.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Las viudas de los jueves, C. Piñeiro

Termino de leer “Las viudas de los jueves”. Es el primer libro que leo de la "siora" Piñeiro y a menos que me encuentre alguno tirado en la calle, es posible que sea el último.
El libro ganó el premio clarin de novela en el año 2005, hicieron una película y una obra de teatro. Yo lo pagué 25 pesos en parque Rivadavia y sé que me estafaron.
La historia transucrre dentro de un country privado. El personaje principal habla como uno podría imaginar que habla una persona de ese tipo. O al hablar no parece desentonar con el estereotipo. Incluso los temas que le interesan o sus reacciones van acorde a lo imaginable. La liviandad de su carácter, la poca capacidad de reflexión. Lo más logrado del libro es la voz narradora.
Me gustó que cuando terminé el libro, al leer los comentarios del jurado que la premió, Saramago resaltara eso. Yo había pensado en, cómo podía ser que el portugués, que mostró en el evangelio ironía y lucidez, le pudiera gustar este librito.
Bueno, la voz es perfecta. O Piñeira es una infeliz superficial.

Se nota la capacidad técnica de Piñeiro, auque cuando uno lee un libro no esté buscando eso. La construcción de los personajes está bien hecha. No es forzada y da sensación de realidad, de micro cosmos. No es cierto que tenga ritmo cinematográfico. Por momentos si, pero sólo por momentos. Después, es más que nada una crónica descriptiva de la vida dentro de un country. La vida de mujeres, putitas con anillo, aburridas y cortas.

A la mitad del libro me pregunté si estaba bien que haya ganado un premio. No sé. Que haya sido un premio clarin. Tampoco. El último premio Clarin que leí fue el Anatomista y se me quedó pegado en la pagina 62-63.

Una escena me gustó mucho, donde Virginia Guevara, la protagonista/narradora, le pregunta a su hijo si se droga. Creo que es la más real de las escenas. La más verosímil, no por lo que sucede, sino porque está contada pero no forzada y aparte, porque me remitió a escenas de mi vida. La madre histérica, el hijo que no entiende porque se pone así. El padre (en mi escena no estaba pero yo imagino que hubiese actuado casi así) más sereno, no fumes más, por qué, porque no quiero, ok. La madre le pega unas cachetadas. Llora.
No creo que sea un libro exclusivo para las mujeres, pero no se me ocurre ningún hombre al que le pueda gustar. Ninguno que conozca. No conozco mucha personas.
Después, el desarrolo de la trama es absurdo. Por eso está contado como está. Empieza con la muerte de los amigos o con algo que pasó en la casa de los amigos y la posición súper irreal o estereotipada del marido de Virginia emborrachándose.
250 págs. despues de "la vida en Los Altos de la Conchuda o algo así que es el nombre del country" viene el final, ilegible, de por qué se mataron. La onda es que estos maridos de mujeres mantenidas se suicidan para dejarle un seguro de vida a sus mujeres. Pero al final se sabe que uno no quería matarse y otro lo mató y Virginia con su marido se debaten en avisar a la poli o no. Cualquiera. Cómo si fueran buenos, o ellos los buenos, o ellos los no hipócritas. No se entiende.

Lo que tampoco se entiende es si, un escritor con técnica tiene la posibilidad de vender libros aunque no tenga mucho más.
Piñeiro me parece cursi, se frena en lugares comunes siempre que puede, pero a la vez, cuenta una historia que se cae pocas veces, muestra muchos personajes y de todos dice algo, a todos los construye un poco. Los personajes masculinos están vistos desde fuera, son como de cartón, pero la utilería le funciona bárbaro. Un libro que Stephen King no despreciaría. Y si me tomo la libertad, es lo mismo que Harry Potter pero en un country de la provincia.
Lo que no sé es, si el mérito, y el premio, están en hablar de un universo cerrado, del que la gran mayoría sabe muy poco. Quizás sea eso. O la técnica, que se nota, que es buena, que le alcanza para que uno termine el libro.
Quizás, otro elemento destacable, después de la voz de la narradora, son los detalles de la historia Argentina y cómo les afecta a los personajes. No da nombres, así que me imagino que se los habrá sacado el editor para que cuando lo traduzcan no queden mal Menem y los otros que hundieron al país con nombre y apellido. O sencillamente porque no tiene sentido que estén esos nombres en un libro liviano que puede ser leído en Madagascar o Norteamérica.

lunes, 9 de agosto de 2010

Lástima grande

El Momo Reyes salió al palco central. Tenía un traje claro que lo hacía ver inmenso y la cara serena de un niño. Sonrió, estaba feliz, orgulloso. Abajo, la plaza estaba llena de familias y banderas argentinas y a los costados, en altas tribunas improvisadas, las hinchadas que alentaban cada una con su color.
-Este es un día importante-, dijo Reyes y la gente coreó su nombre, -Reyes, Reyes-, el Momo sonrió en agradecimiento y enseguida comenzó a hablar. -Aunque sé que muchos lo desmerecen, y que muchos no lo ven, hoy, es un día importante para los seres humanos, para todos y no sólo para nosotros. La FIFA tomará una decisión en pocas horas. Nosotros estamos acá porque sabemos lo que eso significa esa decisión, nosotros estamos acá porque les decimos que NO- Las tribunas comenzaron a gritar. La gente saltaba cantando canciones.
-Cuesta dimensionar a primera vista los alcances de esta decisión. Me toca ser quién lo dice acá, me toca tener palabra en esta ocasión pero sé que no estoy solo, que hoy somos nosotros-
La multitud explotó. Un grito poderoso subió hasta los palcos.
-No entienden nuestra pelea. Se niegan a escucharnos. Quieren que sea la tecnología la que decida todo. Quieren darle ese poder. Sacar lo humano del medio. Hacer como si los errores no existieran. Sabemos que es mentira, lo que ellos quieren es controlar la legalidad del error. Decir qué es gol y qué no y eso ya quedó más que probado- La gente grito su aprobación. -Le decimos que NO a deshumanizar el deporte, le decimos que no a la perfección porque sabemos que es una mentira. No alentamos el azar, lo respetamos como un factor de la existencia-
La multitud volvió a encenderse.
-¿Qué importa que un tipo en la televisión diga que aunque muy fino fue off side?, ¿Qué tiene que ver la televisión con el deporte? ¿Qué importa si fue gol o no?, en serio, llegado el caso, si nosotros lo sabemos mejor que ellos, es un juego, es el fútbol, son cosas que pasan-
El Momo respiró profundo. La plaza estaba llena, nunca había imaginado que él se encontraría hablando, hablando a una multitud. Sus años de jugador habían pasado hacía mucho, y quizás esta era mejor época.
-Pero quieren decirnos que el fútbol es otra cosa. Una cosa seria donde hay algo más en juego. Ellos, los mentalistas, los reglados, ellos que desmerecen lo que jugamos- Reyes hizo un pequeño silencio tanteando a su público. -Hay algo más que el santo fútbol. La FIFA lo sabe y quiere callarlo. No es a nosotros a quiénes callan. Es algo que existe en nosotros. El grito sagrado es su forma más heroica.-
La plaza se cubrió de gritos, canciones, sonaban los bombos y las voces enfurecidas de las tribunas. Un cuerpo enorme de hincha late inquieto como una oruga gigante bajo la sal..
-El juego vive en nosotros- gritó Reyes, -Ellos quieren dominarlo, ellos, la FIFA, la iglesia del fútbol, el papado europeo del balón pie, quieren decirnos cómo es el Fútbol, quieren la única palabra-.
Las tribunas de los dos equipos, antes divididas, se unieron al grito de -Hijos de puta, Hijos de puta, Hijos de puta- la gente sobre la plaza se sumó al grito. Durante minutos hombres y mujeres se encendieron en el grito que parece interminable.
-Yo sé, yo sé-, dijo Reyes, moviendo la mano para que el publico se calmara. -Yo sé, que muchos, muchos- remarcó-, muchos no vimos nada cuando admitieron poner un chip a la pelota. Muchos incluso lo apoyamos con nuestro silencio. El sentido común suele ser ignorante, pero no es este un tiempo de lamentos-
-Ahora ya nadie olvida la fina del internacional del clubes. Nadie el gol de Zucarelli que no fue. La imagen oficial trucada. Las evidencias que la FIFA no acepta, el juicio al que la Haya no dio lugar.
-La tecnología no falla, nos dicen, pero el chip se disparó antes de tiempo. Ahora todos lo sabemos. Sabemos que fue correcta la decisión del arbitro Conrado cuando con sus manos hizo la señal de ,siga, siga. La pelota no cruzó por completo la línea del gol. Pero el control ya lo tenían ellos- Finalizó Reyes con expresión de batalla perdida.
El alarido indignado subió con tal fuerza que unos pájaros se fueron volando asustados. Podía verse la injusticia en los rostros de aquellas personas. Las ojeras marrones, los pómulos marcados.
-No es-, siguió reyes, -no es que no nos duela el hambre. Nuestro enojo no es futbolístico. Pero es el mundo donde vivimos para ser libres, aunque sólo sea otra prisión, una habitación con puerta al mundo que ellos rigen. Incluso sabiendo que nuestro territorio queda dentro del de ellos. Pero ellos saben dónde vive lo que sentimos. Ellos lo saben y lo quieren callar. Nosotros no adoramos el fútbol, adoramos el juego, el azar. Adoramos lo que el fútbol es, no lo que significa.
Y cuando el fútbol es, no pueden dominarnos. Las reglas pertenecen al juego. Sabemos que usan el fútbol, nosotros los dejamos, el fútbol es más poderoso, se hace sin cambiarlo y cambia todo el tiempo- Las plateas aplaudieron las últimas palabras con estruendo.
-¡Sociólogos!-, gritó encendido Reyes sorprendiendo al auditorio que se había relajado un poco, ¡Manipuladores! ¡Quieren reducir todo a una estadística pero no los dejaremos!- Reyes miró a las personas sorprendido, cada mano aplaudía pero se escuchaba sólo a todas. Deseó no sentirse feliz. Mantener la compostura.
-Yo me pregunto de qué hablan cuando hablan de prohibir. Soy argentino, más de una vez perdimos partidos. Injustos y de los otros. ¿Pero qué significa? Cuando perdimos en un partido comprado fue contra ellos. Contra los poderosos. Ahora ellos nos quieren decir que es importante poner la tecnología en el fútbol, ellos justamente. Yo no quiero dejarme en engañar-

La tribuna alienta sin parar. Las banderas parecen gigantes, los colores los diferencian pero son todos de la misma especie. –El que no salta es un ingles-, gritan las tribunas y la gente en la calle se une como una cadena, canta la plaza, vive la lucha en los corazones de los hombres, -El que no salta es un ingles-, continúa el aliento y Reyes extasiado ruge en el micrófono, -Seremos cualquier cosa pero no seremos ellos-, la garganta le quema. -Les decimos NO, les decimos NO aunque no nos escuchen- dice por fin cerrando su discurso.
La plaza explota. La fuerza es total, vibra la calle bajo los salto del pueblo y no cae hasta la llegada de la noticia.
La FIFA comunica la nueva reglamentación del fútbol. Se conoce que el representante argentino votó a favor.
El aliento sigue hasta entrado el día siguiente.
La inclusión de la tecnología en el fútbol no prohibió que se arreglaran partidos. Doce años después festejamos un campeonato mundial. Ese fue el precio que puso la AFA.
La gente Salió a la calle a festejar pero algo había cambiado. El grito valía lo mismo por fuera, pero no por dentro.

viernes, 30 de julio de 2010

Buscando lios

-A qué viene todo esto señor Brian?
-Nada, es que por las noches me vienen el mal humor y la justicia social.
-Ah, claro.
-Si, claro.
-Se da cuenta usted que es nocivo para si mismo? No estaba feliz con su nuevo trabajo, con la gente para la que estaba trabajando, Que le dio una oportunidad?
-Si, estaba, pero algo cambió y después no me importa mucho nada. No quiero que me digan una verdad por otra.
-No vale la pena, usted lo sabe.
-Lo sé, pero no lo vi en el momento.
-Ahora se pone a escribir, hace como que lo puede superar, pero sabe, sabe bien, que estuvo de más.
-Claro, pero si no hacía nada qué? Estaba de menos. No pude dejarlo pasar. Sentí que era un desafío.
-Le gustan los desafíos?
-Depende de cuales.
-Cuales le gustan?
-Los que no llevan a nada.
-En serio?
-No me doy cuenta, es como si fuese algo que me pasa.
-Pero usted quiere terminar en la calle y salir a buscar trabajo?
-No.
-Entonces?
-No sé, me pareció que tenía que decir algo.
-Odia la autoridad?
-No la odian todos?
-No.
-En serio?
-Odia tanto la autoridad que le cuesta imaginar que hay gente que disfruta que otros tengan más autoridad.
-No creo que nadie disfrute eso. Pero ojo, no siempre tengo problemas con la autoridad, hay veces en que puedo dominar eso.
-Bueno, pero si usted lo está dominando es porque en realidad, siempre siente deseos de desafiar la autoridad.
-Eso es algo humano.
-Usted no es tan inocente.
-No lo soy.
-Aparte, hay gente que quiere tener más autoridad y para eso tiene que si o si negociar con la autoridad.
-Yo negocio.
-Este no es el modo.
-Pero si no están cumpliendo con la ley.
-Pero si usted es el encargado del lugar señor, usted se ganó un lugar y lo acaba de tirar por la borda.
-Es para tanto?
-Le envió el mail a todos sus compañeros.
-Si.
-Y qué esperaba obtener?
-No lo pensé.
-Claro que no lo pensó, no podía obtener nada, si lo hubiera pensado, si hubiese perdido un segundo de su vida en pensar si iba a ganar algo con todo eso, no lo hubiera hecho.
-Lo hice por eso mismo.
-Para no ganar nada?
-No, lo hice porque pensé que no había nada que ganar y no sé bien por qué, pero me cerró. Estoy cansado del trato que tenemos los empleados, no es que yo sea el gran encargado. A la hora de trabajar soy un peón más y trabajo incluso más que las personas que trabajan para mi. Es más, decidí ser encargado sólo para que nadie me esté diciendo qué puedo y qué no puedo hacer
-No tiene mucho sentido lo que dice. Me suena mucho más a una excusa que a otra cosa.
-Bueno, por ahí me hubiese hecho falta un buen consejo pero tuve ganar de enfrentar…
-ENFRENTAR EL PODER! Quién es usted, Juana de Arco?
-La comparación carece de linealidad genérica.
-Está bien, Robin Hood.
-Yo no robé.
-Ok Rodolfo Walsh de juguetería, Che Guevara de imitación, lo que hizo no le va a hacer ganar nada.
-La historia me juzgara.
-Eso lo dijo Menem.
-Él lo repitió, no sé quien lo dijo primero, aparte estaba haciendo un chiste, me doy cuenta que hice algo no tiene sentido.
-Bueno, muy bien. Y ahora?
-Ahora a esperar.
-Qué?
-A ver cómo reaccionan. Soy un gato, lo sé, pero ya está. Si me echo para atrás no tiene sentido y aparte puedo aprender algo de todo esto.
-Y qué sería?
-Nada, que por ahí hay que mejorar el método pero eso no significa que me tenga que callar. Pienso que si sólo se lo hubiera mandado a mi jefa ella me podría haber respondido en privado y de última yo podía meditar si elegía mandárselo a todos.
-Ahora no le dejó a ella ninguna opción.
-Ya sé. Tampoco se la quise dejar pero me doy cuenta que ella al verse encerrada se va a enojar conmigo y que si o si me tengo que conseguir otro trabajo. Aparte mis compañeros de trabajo no valen la pena. Dejé en evidencia una estructura que es mucho más grande que yo. Estoy peleando con molinos de viento.
-Ay que lindo. ¡Pero está usted soñando mi amigo!
-Yo no soy su amigo.
-Bueno, bueno. Usted está soñando señor. Piensa que esto que hizo acá vale algo?
-Algo vale.
-Qué?
-Vale para ser diferente.
-Lo que usted tiene se llama pelotudes.
-Lo sé, también le dicen inocencia, coraje, romanticismo.
-Estupidez le dicen.
-Ya sé
-Y se da cuenta que no vale la pena, que es muy alto el costo que puede llegar a tener que pagar?
-Me doy cuenta.
-Quería demostrar algo?
-No lo sé.
-A alguien o a usted?
-No sé, creo que a ellos, a los jefes, a mi, a mis compañeros, no lo sé, es algo que es parte de mi, no lo inventé ahora, soy así desde que tengo memoria, alguna vez me sirvió, y después ya no me sirvió más.
-Le gusta joder a la gente.
-Me gusta enfrentar a los que tienen más poder que yo y se abusan de eso.
-Pero eso es digno de un pelotudo.
-Lo sé. Soy ese tipo de pelotudo.
-No se lo digo por eso, sabe. Se lo digo porque acá el único que se jodió con esto es usted. Así sus compañeros no tengan que llevar nunca un certificado médico, usted ya está fuera de su trabajo. Nunca le van a dar otro puesto en esa empresa.
-Bueno, me equivoqué.
-Eso quería escuchar.
-Ya sé, es como el final de 1984.
-Quería usar esa frase, no? La tenía pensada desde hace un tiempo?
-Desde que leí que al chavón le habían quebrado el espíritu y entendí que no importaban todas las mierdas esas de las teles prendidas y la imposibilidad de tener sexo, que si te hacían ir en contra tuyo ya te habían cagado de verdad.
-Ay, usted derrama más romanticismo que una novela de las 3 de la tarde.
-No es el mismo tipo de romanticismo. El mío es del tipo, el día que la injustita me haga callar la boca… pero es todo una mentira, ni soy mejor que el resto ni nada. Lo que hice fue porque no pensé y quizás porque tenía sueño y quizás porque como usted dice soy un pelotudo.
-Bueno, por lo menos ya nos vamos entendiendo
-Si
-…
-…
-Se rinde entonces.
-Me rindo, sé que no hacía falta, que no voy a cambiar nada.

(durante algunos segundos nos miramos en silencio)

-No me gusta del todo verlo así.
-En serio?
-Esperaba que tuviese un poco más de sentido su batalla.
-No la tiene
-…
-Tengo que ir al baño, puedo?
-Claro, lo acompaño.
-Tengo que ir a cagar.
-No importa, lo acompaño y seguimos conversando.
-Como diga.

(camino al baño)

-Se le aflojan las eses?
-Odio esa palabra, es tan freudiana.
-Pero se aflojan.
-Desde siempre. cuando era chico y algún pibe me quería fajar, siempre me daban ganas de ir a cagar.
-Debe ser por eso que a la gente como usted se le dice “cagón”.
-Debe ser. Quizás por eso mandé el mail. No quiero que nadie me diga cagón.
-En serio?
-No sé. La verdad es que estoy tratando más o menos de entender pero… no pasa mucho.

(el tipo se apoya contra la pared y yo largo de una todo lo que voy a cagar. Rápido como un tobogán de agua)

-Está cayendo en la realidad, no?
-Si, ya sé que fue una tontería.
-Lo volvería a hacer?

(el tipo hace una cara rara)

-Le molesta el olor?, ya termino.
-Haga de cuenta que no estoy acá.
-Bueno

(voy hasta el bidet)

-Lo volvería a hacer?
-No sé, no creo, es como que me doy cuenta que me serrucho el piso. Que dejé de jugar su juego y que ahora me puedo hacer el valiente pero que no es más que una tontería.

(me levanto del bidet y sin secarme me subo los pantalones. Se me moja todo el culo)

-Necesita demostrar que tiene valor, es eso?
-Puede ser. Cuando voy a tomar el bondi para el trabajo pienso en eso. Voy de noche, justo antes de las 12 y me doy cuenta que tengo un miedo mental pero no físico. Onda, estoy ahí probándome pero siempre supero la prueba. No termino de entender si tengo miedo o lo imagino. Ayer lo que tendría que haber hecho era ponerme a leer algo de política, distraerme y hacer como hacen todos. Callarme la puta boca y buscar lo mejor para mi.
-Pero no. El señorito necesita pensar que está cambiando el mundo.
-No. no es eso. Lo que yo quiero es que me dejen de romper las bolas.
-Seguro que con esto lo consiguió.
-Yo diría que más bien todo lo contrario.
-Sabe qué quiere?
-Claro que no.
-No le da miedo?
-Claro que si.
-Y entonces?
-Tengo un dedo de frente de más.
-Eso es una tontería.
-Puede ser. Quizás debería ser como el encargado de la tarde. Un gil trepador. Pero no me sale. Me hago el revolucionario.
-Revolucionario? Usted es un pelotudo.
-No lo niego ni lo negaría. Pero no voy a dejar que me traten como a un pelotudo más.
-Pero se da cuenta de que el sistema laboral ya está organizado y esa seudo rebeldía infantil no le ayuda para conseguir lo que usted quiere?
-No veo que la seudo dependencia adictiva infantil que muestran mis compañeros le sirva más a ellos. Al menos acá estoy. Pensando en que hice algo aunque sea mínimo e incluso no tenga sentido.
-A sus compañeros no le importa lo que hizo.
-No lo sé. Puede ser. Sólo que no lo hice por ellos.
-Lo hizo por usted. A usted le importa.
-Puede ser.
-Le importa dar un batalla perdida de ante mano, con un premio inexistente, desafiando el reglamento interno de su lugar de trabajo cuando lo que podría haber hecho…
-Basta con eso. Con lo que podría y no pude. Basta con eso. Lo hecho, hecho está, ya se lo dije. Y aparte, si por un segundo me hace sentir mejor conmigo mismo.
-Aunque sea tan fugaz como una paja.
-Le estoy aflojando a la paja.
-No sabe hacer cosas más duraderas?
-No sé. Todavía no lo entendí a eso. No puedo velar por mis intereses. Me boicoteo. Eso quiere escuchar? Esa mierda de que es uno el que siempre se impide a si mismo lograr lo que quiere. Bueno, claro, yo soy el que se boicotea. Soy el peor. Me cago en usted, me cago en su juicio. Me cago en mi, en mi trabajo y en mi miedo. Ellos no tienen derecho a obligarnos a hacer siempre lo que más les conviene y si mis compañeros de trabajo no lo entienden que se jodan, aunque el único que se jode soy yo.
-Bravo, bravo, cuanto heroísmo.
-No es eso, es al menos sentirme vivo y poderoso.
-Como una paja.
-Si, como una paja, si eso es lo que quiere escuchar, una paja, aunque tenga que volver a trabajar de mozo y me pase 10 meses antes de entender que puedo hacer lo que quiera con mi vida.
-Usted es una mentira, se da cuenta?
-Me doy cuenta.
-No es escritor.
-Lo sé.
-No leyó ni estudió nunca todo lo que dice haber leído y estudiado.
-Ya sé.
-No le da vergüenza?
-Trabajo en un hostel, por algo es.
-Por favor, no siga que me da lástima.
-No es verdad que se la de.
-No se crea, tiene sus momentos, al final voy a terminar pensando lo que usted quiere que todos piensen.
-Y qué es?
-Que está desperdiciando su potencial.
-Jaja.
-Le da risa?
-Me la da.
-Qué cosa? Yo o lo que dije?
-Por ahí son las dos.
-Yo por qué?
-Porque le doy lástima pero a la vez siente un poco de admiración por mi y porque cuando dijo que estoy desperdiciando mi potencial me imaginé que mi jefa se iba a sentir atraída por mi, por esta estupidez que hice.
-Es tan inocente?
-Parece, no?
-No, no parece. Pero si creo que se engaña.
-No me engaño. No soy así apropósito. Trato de hacer mejor las cosas pero estos detalles me superan. Pienso que alguna vez me voy a poder dedicar a escribir y estos pequeños riesgos, innecesarios quizás, me van a hacer sentir orgulloso de mi.
-Claro, un pelotudo.
-Puede ser.
-Ahora se pone soberbio.
-No me deja otra opción.
-Por?
-Me siento inseguro porque me doy cuenta que voy contra el sentido común. Pero sabe lo que leí del sentido común? Que era por naturaleza de derecha. Yo le agrego que es ignorante y otra frase más que quizás no tenga lugar pero la leí hace unos días y me gusto
-A ver…
-El miedo es un factor paralizante que genera indiferencia hacia el sufrimiento ajeno.
-Hermosa frase.
-La escribió el hijo del director del Herald de Buenos Aires, en relación a las denuncias que su padre hizo de los desaparecidos durante el golpe de estado.
-Mezcla todo usted.
-No todo, pero veo gente durmiendo en la calle con este frío y siento que tengo que hacer algo.
-Claro, y mandar un mail con la ley de contrato de trabajo a compañeros que no dudaron nunca en tirarle mierda o mirarlo de reojo, es la solución?
-No.
-Entonces.
-No sé, es la sensación de no estar dispuesto todo el tiempo a callarme la boca.
-Bravo.
-Le falto el aplauso.

(me aplaude)

-Y ahora?
-Ahora nada. ya fue man. Trabajos de mierda se consiguen todo el tiempo. Aparte, quien le dice, hasta es posible que me consiga un trabajo mejor.
-En hotelería supongo?
-Qué otra me queda?
-Y para ser un hombre decidido y luchador que se indigna por la gente que duerme en la calle, usted deja mucho pero mucho que desear.
-Ya lo sé. Yo también lo pienso. Me da menos miedo que me echen que otras cosas.
-Por qué será?
-Juego con el tiempo y con mi cara de joven. Al final me imagino que voy a volver a Rosario, me voy a buscar un trabajo malo que no me parta el lomo y listo.
-Una vida hermosa, seguro que eso soñó siempre.
-No, la verdad esperaba más de mi, pero acá me tiene, buscando trabajo en otro hotel. Mintiendo descaradamente que soy un siervo más.
-Patético.
-Si. Pero qué otra me queda?
-A ver. Otras tienen que quedarle. Porqué no se consigue un trabajo en una editorial o algo parecido.
-En serio? No me venga con cuentos usted también. Traté y no pude. La culpa es mía. Lo sé. Me da tanto miedo que no puedo fingir lo necesario. Hoy tuve una entrevista de trabajo.
-Ah, por eso se hizo el guapo con lo del mail.
-Puede ser, soy gil pero no tanto. Pero déjeme que le cuente mi sensación.
-Claro, claro.
-Voy a una mansión en San Telmo. Linda pero fea. Muy mal decorada, con exageración casi desagradable, un lugar donde se podría sentir cómoda cualquier persona de medio pelo para arriba que nunca haya conocido las comodidades de la buena vida. Algo que hace 50 años quizás era elegante pero que ahora no es más que una casa de reliquias. Desde que entro pienso en fingir. Me imagino lo que quieren ver. Finjo hasta en el modo en que me siento o que muestro curiosidad. Por un momento imagino que no debe haber diferencia entre lo que estoy haciendo y escribir el más falso de los curriculums y presentarme a buscar trabajo en una súper compañía.
-A dónde va con todo esto?
-Que es un juego. Que los que te contratan también están fingiendo. Ellos quieren hacerte creer que les gusta su trabajo y que en ningún lugar se trabaja tan bien como ahí. Pero después cuando te contratan, tardas dos semanas en ver que es todo la misma mierda. Tu jefe no quiere hacer nada y te pasa toda la responsabilidad que puede. Pero a la vez, como está tan distraído en no hacer nada, vos te das cuenta que tus compañeros tampoco hacen nada y que ellos te pasan la responsabilidad a vos. Son 3 meses. 3 meses de chupa pija y después a la mierda con todos. Primero tenes más modales que Jacky Kennedy y después te casas con el griego que más guita tiene en el mundo. Todos putos. Pensaba que si puedo fingir lo suficiente para que me contraten en un lugar así, por ahí, puedo fingir lo suficiente para que me contraten en algún lugar que esté mejor.
-Me gusta el plan, suena menos patético que todo lo que viene diciendo.
-Si, igual no se haga ilusiones, soy de lo que desilusionan.
-Eso es lo que más le gusta de usted?
-No se crea.
-Bueno, eso parece.

lunes, 7 de junio de 2010

La mitad vacía

Fue la maestra de grado quien le aclaró a la directora, que debía hablar con el padre y no con la madre. La directora se sorprendió al escucharla
-La nena dijo que es la madre quien le pega.
-¿Pero está segura?- dijo la directora.
-Es lo que dice la nena, los chicos no mienten en estas cosas. Por ahí usted quiere hablar con la nena.
Para Magdalena, esa era la primera vez, desde que se reincorporara al trabajo, que tenía que citar a algún padre para conversar. Eso no le gustaba. Dos años atras tuvo un pico de presión y quedó hemipléjica. Perdió el habla e incluso la habilidad para ir al baño a tiempo.
Le tomó un año volver a conversar linealmente y un poco más caminar sin ayuda de un bastón. Como secuela, la mitad de su rostro quedó paralizado y cada vez que sonríe, o trata, la mitad de su cara tiesa le recuerda lo que vivió. Sabe que pocos no se impresionaban al verla.
El padre de Camila llegó a tiempo la mañana del siguiente día. La maestra no había dado detalles por recomendación de la directora.
Magdalena se sentó en su escritorio, aviso por intercomunicador que hicieran pasar al señor Goncalvez.
-Siéntese por favor.- El señor Goncalvez le estiró mano a la directora, era un hombre joven, de unos 35 años, delgado, no muy alto. Ella sabía que sin importar la edad que tuviesen los padres, todos agregaban una carga ceremonial al hecho de estar en la dirección. Como si no pudiesen dejar de revivir situaciones infantiles de castigos prometidos y cosas por el estilo. La maestra de Camila llegó unos segundos después y se quedó parada al fondo del salón. Sentía por su estomago correr una adrenalina lenta, como un dulce pesado.
-Bueno-, dijo Magdalena, y pensó en la mitad de su cara firme y muerta. -Camila es una nena hermosa, acá su señorita, siempre me habla cosas lindas de ella.-
-Me alegro-, dijo el joven señor Goncalvez que se veía preocupado.
-El otro día, después de la clase de pintura, Camila pidió ayuda a la profesora para cambiarse la ropa porque se había manchado y pudo ver que la nena está llena de moretones y golpes.
La cara de Goncalvez se puso blanca. La directora hizo un largo silencio. Despues retomó.
-Lo llamamos a usted, porque Camila dijo que es la madre quien le pega.- Nuevo silencio.
Goncalvez se pasó una mano sobre la cara y respiró durante largos segundos. Empezó a hablar mirando el piso. Parecía que estaba llorando.
-Mi mujer ha estado muy nerviosa este último tiempo. No sé si usted sabe pero hace unos meses perdimos un embarazo.- Goncalvez volvió a respirar y cuando levanto la mirada no lloraba.
La directora continuó en silencio y Goncalvez siguió hablando.
-Ella está bajo mucho stress, en realidad, según el doctor eso fue lo que le hizo perder el embarazo. Yo trabajo durante muchas horas…-
Un exceso de angustia le tapó la garganta y comenzó a llorar sin bajar la cabeza. Siguió. -Yo, trabajo muchas horas, Mariana, perdió el trabajo después de perder el embarazo, estaba de seis meses, ¿sabe?, ehh.- Volvió a taparse el rostro mientras dejaba salir el llanto.
-Trabajo todo el día ¿sabe?- decía como para si mismo y después, con los ojos llenos de lágrimas, miró a la directora que le devolvió, como su cara le permitía, una mirada de empatía y a la vez de firmeza.
-¿Donde está Camila?- preguntó el padre asustado.
-Ahora ella está en clases, yo quisiera que hablemos sobre lo que va a pasar.
-Quiero verla, yo le juro, le juro que no sabia de esto. Trabajo doce horas al día. Es mi culpa. ¿Está muy golpeada?- pregunto con cara asustada y honesta.
La directora miró hacia el fondo del salón. La maestra abrió los ojos, dudó unos segundos y luego se acercó hasta el escritorio. Ahí parecía que todos estaban dando lección. Con las manos agarradas y colgando delante del cuerpo, la comenzó a decir.
-Si, está muy golpeada.- con la voz bajita, dudando -Ella dice que fue su mamá. Tiene marcas en la espalda como si alguien le hubiera pegado con un cinto. Tiene marcas entre los muslos y también en las pantorrillas…-
La mirada de Goncalvez se perdió más allá de las paredes del viejo y alto salón. Estaba desorbitado.
La maestra continuó enumerando de a poco los golpes y cicatrices que Camila tenía. Cuando le pareció suficiente la directora la interrumpió.
-Nosotros vamos a hacer la denuncia en el ministerio de protección infantil. Después de esto que pasó, es nuestra obligación.-
-No por favor- dijo Goncalvez mientras apoyaba las manos unidas sobre el escritorio. –No por favor, no por favor, tiene que haber otra manera, Mariana no es una mujer violenta, nunca, nunca, es una madre dulce, tiene que haber otra explicación, quizás lo dijo por miedo, quizás es alguien más.-
La señorita lo interrumpió.
-El otro día ella le pego a una compañera en la clase de gimnasia, señor, ya hay varios comportamientos de Camila que son agresivos. Yo, sabiendo lo de su hermanito, lo dejé pasar pensando que era por eso mismo.
-Acá hay algo que nosotros no podemos eludir- dijo Magdalena –que es nuestra responsabilidad como adultos, y es proteger a la nena.
-Está bien, pero, escúchenme por favor, yo voy a hablar con Mariana, yo entiendo que ella está triste, que no tiene trabajo, que perdimos un hijo, ella estaba tan ilusionada con volver a ser mamá, esto es… -Goncalvez respiró profundo. Le parecía insoportable mirar a la directora a la cara, ese rostro deforme le devolvía siempre una sensación mucho más desagradable que la que sentía que sus palabras provocaban. –esto sería lo peor, tanto para Camila, como para, como para Mariana, yo voy a hablar con ella, yo le voy a decir, le voy a pedir que empiece terapia, yo sé que lo vamos a solucionar, por favor, acá lo importante es que no metamos a la justicia en el medio. ¿Usted me entiende directora?-
Magdalena guardó silencio durante unos segundos. Su ojo parpadeaba veloz cuando estaba nerviosa. La maestra la miró. Esperaba que la directora dijera algo. Como no lo hacía, dijo:
-La única justicia sería hacer la denuncia.- -mirando a Goncalvez y luego -Es nuestra obligación-, pero ya mirando a la directora.
-Es su obligación, claro-, dijo Goncalvez antes de que lo interrumpiera un llanto de pecho y le deformara la voz, -pero es mi familia-, dijo conteniendo el aire para poder hablar, -es mi familia-, dijo por fin y se largo a llorar por completo.
La directora miró a la maestra durante algunos segundos. Lo que iba a decir, lo tenía que decir a solas, la maestra no lo podía escuchar.
-Vaya a buscar a Camila por favor.-
-Señora-
-Hágame el favor, yo me ocupo desde acá. Traiga a la nena.
Goncalvez seguía llorando cuando la maestra cerró la puerta.
-Necesito que se comprometa a solucionar esto. En este momento yo me estoy poniendo en la línea por usted. Por su familia.
-Si directora, si.-
-Deje llorar por favor.- Magdalena pensó en cómo se vería su rostro en ese momento -Si sucede otra vez, no sólo vamos a hacer la denuncia, sino que usted será un cómplice de esa violencia. Yo no sé si es así o no. Pero la nena dice que es su madre quien le pega.
-Yo trabajo todo el día.-
-Déjeme terminar- dijo concisa la directora y Goncalvez se calló en el acto. -Usted es el padre y es su responsabilidad cuidar de la nena. Nosotros somos los segundos responsables y después está la justicia. Si usted se compromete, yo estoy dispuesta a no llamar a la justicia.-
-Claro, claro, yo voy a hablar con Mariana, ella es una buena madre, está pasando por un momento tan difícil.- Goncalvez se puso de pie y tomó una de las manos de la directora. La directora le pidió que la soltara y volviera a sentarse.
Alguien golpeo la puerta y luego, Camila y la maestra entraron. La directora se puso de pie y haciéndole una seña a la maestra le indicó que saliera y salió detrás de ella. En el gran salón Goncalvez esperaba de rodillas que su hija se acercara para abrazarla. La directora cerró la puerta detrás de ella.
-¿Qué vamos a hacer señora?
-Por ahora, vamos a controlar que la nena no venga otra vez golpeada.
-Pero tenemos que llamar al ministerio de menores.-
-Mirá, yo llevo muchos años en esto, la verdad es que si el padre se compromete a cuidarla, es mejor que meter a la justicia.
-Pero señora, eso es muy peligroso, el padre trabaja todo el día, la nena lo cuenta, después está sola con la madre.
-En este momento me parece lo mejor.
La cara de la maestra apenas lograba esconder el enojo y la frustración. Quería tanto ayudar a Camila y de repente sentía que no podía hacer nada. Cuando Magdalena estiró su mano para acariciarle el rostro, odió su cuerpo mitad muerto e imagino que su corazón era igual.
-Tengo que volver a la clase- dijo.
-Está bien, me parece lo mejor. respondió la directora con su mano a mitad de camino de acariciarla.

Tensión el alza

La clase no era peor que cualquiera de las otras de los últimos seis meses. Ese no era el problema.
Cuando, después de 40 minutos ininterrumpidos de falta de atención, levantó las patas delanteras del escritorio y grito –callensé pendejos de mierda- el silencio que se hizo lo aturdió tanto que extrañó el ruido.
La primera en levantarse fue Silvana Swertein, que salió del curso llorando. Detrás de ella salió Micaela Lorenzo, que le dedicó una mirada cargada de especial desprecio. Emiliano pensó por un momento que esto le valdría una sanción disciplinaria pero no le importó demasiado. La mirada de Micaela y también la que ya mostraban sus otros alumnos le hizo sentirse incómodo. Durante los últimos 40 minutos había estado tratando de explicar el principio de incertidumbre de la física quántica. No era, sin duda, un colegio para enseñar eso.
-Alguien más necesita salir a llorar?
Los alumnos continuaron en silencio.
-Muy bien, dejé en la fotocopiadora diez preguntas sobre lo que en la clase de hoy estuve explicando, tienen que responderla para la semana que viene.
Del fondo se escuchó.
-Esto es una mierda-
Una ristra de risas se desplegó entre los bancos, como la onda expansiva de una bomba. Pero duró apenas unos segundos.
-¿Quién dijo eso?-
Silencio. Algunos miraban para el costado.
-Mucha mierda- Otra vez la misma voz pero nadie se rió ahora.
Emiliano avanzó unos pasos entre los bancos.
-Marquez,¿hay algo que me quieras decir? Gritó Emiliano.
-Yo no dije nada profesor-
Lo miró fijo por unos segundos. Marquez era uno de los problemáticos pero no era desafiante. Era difícil que él hubiese sido pero Emiliano estaba tratando de evitar quedar como un imbecil.
-Miren chicos, acá se viene a aprender…-
-Pura mierda- Le interrumpió otra vez la voz. Los labios de Marquez no se habían movido pero la voz venía de ese lugar más o menos
-Basta, ¿Quién está hablando? Marquez, Morreli, Mattos, Garceti, todos de pie.-
Garceti, que medía como dos metros, se paró quejándose. –¿Yo porqué profesor?, si no dije nada.
-Silencio. Los cuatro para la dirección.
Marquez desde su banco.
-Nosotros no fuimos.
-Bueno, entonces ¿Quién fue?
-Nadie profesor.- dijo Mattos.
-En cualquier momento va a sonar el timbre. Les sugiero, que si quieren aprobar mi materia, la corten con las pelotudeses y empiecen a prestar atención.-
-Ah, pero vos sos un pelotudo de categoría.- Otra vez la voz, pero ninguno de los cuatro, que ahora permanecía de pie había hablado.
-Bastaaa- Emiliano sintió que estaba al límite de su paciencia. Camino hasta el fondo del salón, unos siete u ocho metros.
-¿Quién es el cagón que se esconde y habla?
Los alumnos permanecieron en silencio. Las chicas lo miraban con la boca abierta y los ojos brillosos. Parecían disfrutar de lo que pasaba.
Emiliano volvió a gritar, mirando con ojos vidriosos a sus alumnos.
-¿Quién es el cagón que habla sin dar la cara?
-¿Qué le pasa profesor, cómo nos va a hablar así?
Emiliano se dio vuelta, ágil como un boxeador encerrado. La que hablaba era Carolina Muñiz, quizás la única buena alumna según su criterio. No era muy inteligente pero si aplicada, si respetuosa, si llena de interés.
Emiliano respiró antes de contestarle. Se pasó la mano por el pelo y se acomodó el mechón de pelo hacia atrás. Respiró. Se estaba yendo al carajo y no se había dado cuenta. A esta altura era muy posible que incluso, en el salón de al lado lo hubiesen escuchado. Las grandes ventanas, los techos altos, ahora todo le parecía potenciar sus gritos. Pensaba en esto cuando escucho de algún lugar a su izquierda, una voz aguda y deformada, que decía veloz.
-Pu to-
La tensión inundó el salón. Los ojos de Carolina lo miraban fijo, le pedían que se serenara. Emiliano la observó durante segundos, mientras su sangre fluía cada vez más fuerte y más pesada. Después, sólo segundos después, una risita, y otra, incluso los ojos de Carolina parecieron reírse un poquito. Entonces, ciego, con la mano derecha, tanteo uno de los pupitres y agarrandolo como pudo lo levantó y lo tiró contra la pared del fondo. Era el pupitre de Enrique, un alumno gordito y dulce que después de un grito agudo se cubrió la cara con las manos.
Emiliano se deformó por completo. Las cejas contraídas, las venas en la garganta a punto de explotar
-¿Quién es el gracioso, Quién?- Gritó con saliva colgando de los labios. Pero nadie iba a contestarle. Mientras, por dentro, todos se reían de él. ¿Qué le pasaba? Pero los ojos despiertos de todos esos pibes lo juzgaban, lo superaban. Ya van a ver, pensó.
Primero se fue contra Garceti, que se había vuelto a sentar, porque era el más grande de todos. Lo pateó arriba de la rodilla. Garceti trató de pararse pero la patada había dado justo en la articulación. En lugar de eso, se desplomó por el piso. Justo para arremeterlo, calculó Emiliano, y lo pateo a la altura de la oreja.
-¿Quien?- Gritó otra vez mientras con las manos invitaba desafiante al que quisiera enfrentarlo.
Las chicas comenzaron a gritar y correr hacia fuera del salón.
Emiliano avanzó en dirección a Marquez. Desde el segundo día había querido poder pegarle una linda paliza. Atrevido. Eso era un atrevido. Huarque gritó, justo antes de que una mano rápida le pegara en el labio y lo tirara sobre Mattos.
-¿Quién?-, volvió a gritar.
Los chicos trataban de correr fuera de los pupitres, pero como las sillas estaban soldadas ninguno hacía tiempo suficiente. Emiliano se entretuvo pegando hacia un lado y otro durante unos minutos hasta que alguien, una de las chicas, le tiró una cartuchera. En segundos le llovieron otras. Se dio vuelta justo antes de que le llegara la primer carpeta. Justo en un ojo. Luego otra. Alguno, quizás Mattos, le pegó un sillazo. Su hermano mayor siempre le había dicho que a la hora de una lucha, cualquier cosa que equipare la batalla está permitida. Y eso fue casi todo. Garceti ya se había incorporado y aunque lloraba le estaba dando con todo.
Cuando sonó el timbre los alumnos lo seguían golpeando. Eran al menos veinte, entre chicas y chicos.

martes, 16 de marzo de 2010

Crisis de los 50

MARGA: No te entiendo.
ROLANDO: No hace falta.
MARGA: ¿Para qué?
ROLANDO: Un hombre siente el paso de los años.
MARGA: ¿Pero no pudiste pensar en mi?
ROLANDO: Me miré al espejo antes de decidirme, eso hice.
MARGA: ¿Y ahora cómo seguimos?
ROLANDO: Me dije, Rolando, en toda tu vida no hiciste nada arriesgado.
MARGA: Viejo choto ¿ahora querés ser joven?
ROLANDO: La juventud es un cáncer. Yo quiero ser intrépido.
MARGA: Te vas a lastimar.
ROLANDO: Quería sentirme como James Bond.
MARGA: ¿Poderoso?
ROLANDO: Elegante.
MARGA: Desagradecido, decime, ¿te hizo feliz al menos?
ROLANDO: La felicidad es cosa de publicidades.
MARGA: Pero si sos publicista.
ROLANDO: No soy mi profesión.
MARGA: ¿Me vas a dejar? ¿Es eso? Tenes otra mujer.
ROLANDO: La carne es triste, Ay, y todo lo he leído.
MARGA: Pero si ni hojeas el diario.
ROLANDO: Todo lo rico de la vida me pasó a un costado.
MARGA: ¿Tenes hambre?
ROLANDO: El hambre que siento no se calma con un churrasco, ¿Escuchas?
MARGA: No, ¿Qué?
ROLANDO: Es el ruido de mi estomago existencial.
MARGA: ¿Quizás te cayó algo mal? Te hago pollo hervido en dos segundos.
ROLANDO: No es suficiente, ¿No lo entendés?
MARGA: Te hago arroz también.
ROLANDO: ¡Ay mujer, no entendes nada!
MARGA: No me ataques por favor.
ROLANDO: La vida es más que comidas y comidas.
MARGA: ¿Quién te metió estas ideas extrañas Rolo? Basta.
ROLANDO: Ayer sentí que alguien golpeaba a mi puerta.
MARGA: ¿Ayer? Yo estaba y no escuché nada.
ROLANDO: Es la muerte me dije.
MARGA: No la llames por favor.
ROLANDO: Pero nunca hice nada de mi vida, pensé, tengo que explicarle eso
MARGA: Debe ser el colesterol
ROLANDO: Tengo que decirle a la muerte, en la cara, que me espere un poco.
MARGA: Yo la verdad, ya no entiendo de qué estamos hablando.
ROLANDO: De cumplir 50 años estoy hablando.
MARGA: Pero si vos tenés 62 años Rolando.
ROLANDO: No es la única cosa que me llegó tarde en la vida.
MARGA: ¿Decime cómo se llama?
ROLANDO: Soledad le dicen los poetas.
MARGA: Siempre dijiste que los poetas eran todos unos maricones.
ROLANDO:¿Y?
MARGA: A vos te pasa algo

(la mira con expresión sobrada)

ROLANDO:¿Te parece?
MARGA: ¿Es más joven que yo?
ROLANDO: La edad no es todo ¿sabes?
MARGA: Y tu crisis de los 50 qué es entonces.
ROLANDO: Lo de la crisis fue un ejemplo.
MARGA:¿De qué?
ROLANDO: De crisis. De que existen. Que las personas las tienen.
MARGA: No todos Rolando.
ROLANDO: Bueno, yo si.
MARGA: ¿Sabes cuál es tu problema?
ROLANDO: Me imagino.
MARGA: Sos liviano, te lleva la gente.
ROLANDO: Callate, haceme el favor.
MARGA: No me hables así Rolando, soy tu Esposa y no te lo permito.

(pausa)

MARGA:¿Te vas a vivir con ella?
ROLANDO: El lugar que uno ocupa no es sólo exterior.
MARGA: ¿Te vas a ir de casa?
ROLANDO: Uno, cuando está bien consigo mismo, es su propia casa.
MARGA: ¿Ahora sos un caracol?
ROLANDO: No seas burda Marga, yo hablo de cosas espirituales.

(pausa)

MARGA: ¿Y yo no soy espiritual?
ROLANDO: No quiero decirte qué sos y qué no.
MARGA: Me gustaría al menos que me lo dijeras.
ROLANDO:¿Hay tantas cosas para decir?
MARGA: Decime cómo se llama.
ROLANDO: Se llama desesperación.
MARGA: Eso no es un nombre.
ROLANDO: Así se llama mi dolor.
MARGA: Rolando, te escucho y no lo puedo creer.
ROLANDO: A mi me pasa lo mismo, por eso estoy en crisis
MARGA: ¿Pero qué quiere decir es palabra? Por Dios.
ROLANDO: Sabes que soy ateo.
MARGA: Por eso no crees en nada.
ROLANDO: Debe ser.
MARGA: Antes, al menos, creías en vos.
ROLANDO: Sos cruel cuando querés.
MARGA: ¿Y tengo que pedir disculpas?
ROLANDO: Ya sé que no podés.
MARGA: Tu opinión no me condena. Te pido disculpas.
ROLANDO: Eso no es una disculpa.
MARGA: No tengo que pedirte otra vez, ya te lo dije.
ROLANDO: No quiero discutir.
MARGA: No parece.
ROLANDO: ¿Y qué parece?
MARGA: Que hasta ahora no me dijiste cómo se llama.
ROLANDO: Claudia
MARGA: Tiene nombre de puta
ROLANDO: Pensé que ibas a decir algo así y dije uno de mentira.
MARGA:¿Cómo se llama Rolando?

(pausa)

ROLANDO: Claudia
MARGA: No te digo. Tiene nombre de puta.
ROLANDO: No hace falta Marga.
MARGA: Esta es mi casa y hablo como quiero.
ROLANDO: No grites por favor.
MARGA: ¿No querés que los vecinos escuchen?
ROLANDO: No mezclemos las cosas por favor, no seas vulgar

(ella le pega una cacheta)

MARGA: No seas hipócrita.

(el agarra el saco y un portafolio gastado)

ROLANDO: Me voy marga, te llamo.
MARGA: ¿Te vas a lo de Claudia?

ROLANDO: Voy a dar una vuelta.
MARGA: Cobarde ¿Qué clase de hombre sos?
ROLANDO: Basta Marga. Estamos grandes para esto.
MARGA: Entonces no te vayas. Hablemos.
ROLANDO: Me acabas de pegar una cachetada Marga. Me voy para no devolvértela.

(arrepentida)

MARGA: Disculpame.

(el llanto no la deja terminar la palabra)

ROLANDO: No sé si queda algo para hablar Marga.
MARGA: ¿Estas enamorado?
ROLANDO: Marga…
MARGA: Contestame. Tengo intereses en el asunto.
ROLANDO: No hables así.
MARGA: Me estás poniendo los cuernos, no me digas como hablar, ¿Estás enamorado?
ROLANDO: Hace poco que la conozco.
MARGA: ¿Entonces?
ROLANDO: Necesito esto.
MARGA: ¿ Y te vas con ella? Hijo de puta, te dí dos hijos.
ROLANDO: Yo también te los di a vos
MARGA: Andate.
ROLANDO: Marga.
MARGA: Callate y andate. ¡Andate!
ROLANDO: No te quiero lastimar.
MARGA: Andate por favor.

(se seca las lágrimas)

MARGA: Andate Rolando por favor, hablemos más tarde.
ROLANDO: …
MARGA: …
ROLANDO: Bueno Marga, después hablamos, chau.
MARGA: …
ROLANDO: Saludame al menos.
MARGA: …
ROLANDO: Por favor
MARGA: …
ROLANDO: Bueno, chau.

(él, afuera, siente que algo dentro de él se está muriendo. Ella, camina hacia la cocina, abre la heladera, saca una jarra de vidrio llena de agua. La piel de sus manos es escamada, con pequeños brillos plateados de pez y las venas que sobresalen. en el pánico ella ve todo lo que va a pasar, sus piernas se aflojan, cae la jarra y el agua le moja los pies. Ella grita de dolor y con las manos agarradas a la mesa llora con furia)

lunes, 15 de marzo de 2010

El amor es puro teatro

(Ella salta del sillón cuando él entra. Sus pestañas se ven más negras porque estuvo llorando y así, aunque ella no lo vea, sus ojos sos más hermosos)

ELLA: Si Bernie Mac se me murió no sé que voy a hacer
EL: Quien?
ELLA: El cómico norteamericano, el negro.
EL: Cuál?
ELLA: No sé, uno gracioso.
EL: No sé si te entiendo.
ELLA: Estaba mirando una película de Bernie Mac y Samuel Jackson sobre la vida de dos cantantes de Soul que se juntan después de 30 años
EL: Volviste a fumar de mañana Andy?
ELLA: Que tiene que ver? Johnny
EL: Nada bonitoni.
ELLA: Que Bernie Mac, bah, que los dos, Bernie y Samuel Jackson.
EL: Cual es Samuel Jackson?
ELLA: El de tiempos violentos.
EL: No la vi.
ELLA: Si, pull fiction.
EL: Cuál?
ELLA: Es aburrido hablar con vos.
EL: Pero si estas diciendo cualquiera.

(él deja su bolso en la mesada)

EL: ¿dónde está el faso?

(ella haciendo un movimiento alegre de brazos)

ELLA: Armo uno ¿queres?, fumé una tuca.
EL: Dale, ¿queres desayunar?

(moviendo las manos, ágil y frágil)

ELLA: ¿Queres hacer panqueques?
EL: no ni a palos nena, vengo muerto del trabajo

(ella poniéndose dos grados Maruja retuerce las manos como si hiciera un hechizo, tuerce su cuerpo delgado y levanta un pie como una actor de la comedia del arte)

ELLA: ¿queres que los haga yo?
EL: dale

(ella corta con la exagerada seducción, relaja el cuerpo y camina arrastrando los pies hasta la cocina)

ELLA: hola
EL: hola

(se besan un momento, todo bien, nos vemos todos los días, te quiero, te banco, está todo bien, somos diferentes pero tratamos de entendernos)

ELLA: ¿cansado?
EL: Más o menos
ELLA: ¿mucha gente?
EL: Si, paró una delegación de austriacos, venían a una convención de no sé qué porque los ignoré todo lo que pude, perdieron el avión o les robaron las valijas o la plata, no entendí, parece que pasaron dos días en un aeropuerto porque, no sé en realidad si fue así, la cuestión, no sé, un bardo.

ELLA: che ¿hay harina?
EL: abajo a la izquierda, creo.

(prende el porro)

ELLA: yo te estaba diciendo de Bernie Mac.
EL: si, cual es? Decime alguna peli.
ELLA: no sé, es cómico, no sé la verdad, no importa eso, el tema es que se murió.
EL: ah, no entiendo.
ELLA: al final Bernie Mac habla y parece el hombre más honesto del mundo.
EL: Perdoname Andy pero no te sigo.
ELLA: estoy pensando en algo, creo que me enamoré de alguien y ahora está muerto.
EL: lo decís en serio?
ELLA: si.
EL: me parece muy lindo.
ELLA: Se murió, Johnny, Bernie Mac se murió.
EL: no se si es gracioso Andy.
ELLA: no lo digo en chiste Johnny.

(los dos usan un tono especial cuando dicen esos nombres, y es cierto, puede parecer exagerado pero ellos dos no abusan del recurso, sólo lo usan cuando les cuesta tolerarse)

EL: ¿y que te hizo enamorar?
ELLA: tenes que verla Johnny, es muy graciosa pero no es sólo eso, es musical, ellos son cantantes de Soul, eran el coro de otro cantante que después se convirtió en una súper estrella, ahora uno tiene lavaderos de autos y hace comerciales en la tele y el otro es expresidiario
EL: sos malísima para contar una película Andy
ELLA: es porque no me dejas avanzar Johnny

(él pasa el porro y le da un beso)

EL: dale, te escucho mientras me siento acá y no hago nada de nada.
ELLA: vos si que tenes suerte.
EL: eso decía mi madre y así me fue.
ELLA: nenito de mamá.
EL: sé que lo dices de envidia Andy.
ELLA: mi madre lo hacía para darnos de comer.
EL: no pongas excusas Andy.

(ella se desconcentra)

ELLA: cocinemos.
EL: por favor y miramos la peli!!!

(dice gruñendo como una nena enojada y haciendo puchero)

ELLA: Yo ya la vi.

(haciendo una mueca con la cara)

EL: Dale!
ELLA: Bueno pero vos tenes que hacer los panqueques.
EL: Quiero ver la película ahora.
ELLA: Dale, en dos horas me voy a trabajar, me lo merezco por esperarte despierta.
EL: Estuve trabajando toda la noche.
ELLA: Dale.

(ella recurriendo a una hermosa bajeza se retuerce un poco la remera dejando ver una parte de su pancita)

EL: yo no voy a hacer.
ELLA: bueno entonces hacemos tostadas que es más fácil y listo.
EL: sos una fayuta al final Esther.

(el cambia de repente su actitud, le habla en otro tono, otra disponibilidad anímica, de ahí no más lo mismo, ahora otra cosa, como un matón empresarial, un hijo seguro con auto de papá. Ella le responde como una mujer realmente oprimida, a todo dice que si, a nada dice que no, para poder construir la tremenda armonía)

ELLA: sabés que no lo hago apropósito Hugo, me enseñaron así.
EL: tu madre una perra y tu padre un alcohólico.
ELLA: no hables de mi padre Hugo, el tuyo nunca fue un padre.
EL: todo por unos panqueques, escuchate, por no hacer unos miseros panqueques.
ELLA: no es por eso Hugo, nunca te lo dije pero hay una razón.
EL: tus razones no son más que excusas, débiles artificios.
ELLA: cuando era chica Hugo, mi Padre, Hugo, mi Padre.
EL: qué Esther, habla, dilo por favor

(ella se tapa la cara con la mano, el parece oprimido por las palabras que no se dicen, un yunque pesa sobre sus hombros que se achican, que bajan, que muestran la flacidez de los hombres, de las clavículas que se rompen)

EL: Esther

(le toma las manos)

EL: no hace falta que hagas panqueques, Esther, mírame a los ojos
ELLA: Si Hugo, tengo que hacerlo, yo, yo te lo prometí
EL: No Esther, vos estás cansada, yo sé que no dormís bien cuando no estoy a tu lado, hace tostadas que yo voy poniendo la peli.

(entonces se besan, primero se acarician la boca con la punta de sus lenguas, los labios se rozan, se van reconociendo de apoco, ella se apoya contra él, deja caer el peso de su cuerpo, el se relaja mientras la abraza, descanzan un rato cada uno sobre el otro)

EL: Hola.
ELLA: Hola.

(Ella empieza a hacer tostadas, el pone la película)

Putita

LA AMIGA: ¿Pero se la chupaste?
ELLA: Fue más que eso, me cogió la boca.
LA AMIGA: Jaja, sos putita.
ELLA: Con él, la más.
LA AMIGA: Contame.
ELLA: Me acostó en la cama y empezó a tocarme por encima de la bombacha. Le dije que estaba menstruando mucho y que no quería coger así
LA AMIGA: ¿No te gusta cuando estas menstruando?
ELLA: Si, me siento mucho más caliente pero ya habíamos estado a la tarde y habíamos manchado toda la sábana.
LA AMIGA: Entonces se la chupaste.
ELLA: Primero me pajeo hasta que acabé. Yo estaba acostada y el de rodillas sobre la cama y me puso la pija en boca. Yo pensaba, dame tu pija. Mientras me masturbaba tocándome apenas el clítoris me pidió que sacara mi mano y abriera la boca, mientras, no me dejaba de tocar y yo estaba prendida fuego.
LA AMIGA: Sos la más puta.
ELLA: Y no sabes cómo me gusta. Me dijo, abrí la boca, pero todo dulce, y me fue dando su pija de a poquito. Casi se la muerdo. Estaba tan ansiosa y él sólo me metía la cabeza. Todo de a poco, suave, acariciándome la boca por dentro, y cada vez me la metía más, un poquito más y con la mano me masturbaba. Así hasta que acabé.
Después yo le agarre la pija pero él quería seguir teniendo el control, así que deje mi mano pegada a mis labios y le apretaba bien la pija que estaba durísima. La cabeza me estallaba cada vez que me la tragaba toda, aparte me encanta su cuerpo, y así, desde donde estaba, lo veía a él, sus abdominales, es tan hermoso
LA AMIGA: Yo lo conozco, sabes?
ELLA: Es hermoso, no sabes como me coje. Me cogió como si yo estuviera en cuatro, pero con una dulzura, en la boca. La segunda vez acabé sin que me tocara, sólo de sentirlo cogerme la boca de ese modo, salvaje pero dulce, todo placer y de fondo sonaba un tema de The Verbe, soy la más puta lo sé, atragantándome de pija hasta morir, pero como me gusta, él, no cualquiera, su pija, hermosa.
LA AMIGA: Basta nena, me estás calentando al pedo.

Relajate

ELLA: Relajate.
EL: Estoy relajado.
ELLA: Pero no dejas de moverte.
EL: Es que estoy incómodo.
ELLA: Dale, relajate un poco.
EL: Estoy re relajado.
ELLA: Quedate 30 segundos quieto y no te muevas.

(15 segundos después)

EL: Algo se me clavó en la espala, creo que a tu somier se le rompió un resorte
ELLA: Ves que no te relajas.
EL: Estoy relajado.
ELLA: Dale, Relajate, son sólo 30 segundos.
EL: Estoy bien.
ELLA: Relajate.
EL: ¿En serio vos te pensas que si me decis que me relaje me voy a relajar?

(Ella se ríe y se relajan un poco los dos)

domingo, 21 de febrero de 2010

dos horas

Salimos de la presentación del libro de Ernesto y vamos a tomar unas cervezas a un bar que queda cerca. La presentación fue un bodrio y lo único bueno fue que Moni se puso una camisa blanca ajustada y, sentada donde estaba, le podía ver todo el borde el corpiño y parte de las tetas. Antes no había pensado en estar con ella.

Moni se me acerca mientras caminamos, me agarra del brazo y me dice que no le gusta caminar sola. Me mira y se ríe.
Hablamos un rato sobre el libro de Ernesto, que me parece una porquería pero eso no lo digo. Lo que leí me aburrió tanto que no pude seguir leyendo. Llegamos al bar, todo el mundo está distraído y haciéndole comentarios a Ernesto. No termino de entender si son falsos o ignorantes. El libro es malo pero puede que ellos no se den cuenta. Cuando me toca el turno le digo a Ernesto que me gusto el lugar de la presentación, que todo estuvo muy lindo. Me siento lo más lejos que puedo de él y Moni se sienta al lado.

Nos conocemos hace unos meses y ella no evita mostrar que quiere algo conmigo. Hasta hace unas semanas yo salía con otra chica de la facu pero a ella no le importa. Incluso llegó a hacer alguna escenita mientras estaba con Rosa, cosa que Rosa tomo de muy mala manera.

Espera unos 20 minutos y le dije a Moni que me iba. Si quería venir. Le digo al mozo que me traiga dos cervezas en mi camino al baño. Cuando salgo las agarro y salimos del bar sin saludar.

Tomamos un taxi y antes de besarla le acaricio las piernas. Vamos a un telo, pero está lleno. Le pregunto al recepcionista si conoce otro y me dice que en frente, cruzando, un poco a la derecha hay uno.

Caminamos por un pasillo semi oscuro que huele a encierro. Al fondo, a unos 20 metros, hay una puerta de vidrios polarizados que deja ver, más atrás, la recepción del motel, la caja desprolija de las llaves colgada de la pared y adelante esta la recepcionista pintándose las uñas.
Toco un timbre porque no nos presta atención y mientras tanto Moni no para de masajearme la pija por fuera del pantalón mientras me chupa la oreja. La chica sigue pintándose la uña y cuando le parece que quedó perfecta levanta la vista y aprieta el botón para abrirnos. La chicharra me retumba un poco en las tripas. No sé si lo hace a propósito o sin darse cuenta, justo cuando empujo, ella deja de apretar. Hace una cara de insolente fastidio pero no mira hacia donde estamos. Vuelve a apretar el botón, me asusto otra fracción de segundo con la chicharra de mierda esa, empujo y entramos. Moni me suelta. Tengo la pija parada y toda la oreja mojada.

-Buenas noches- digo, mientras me tiro para atrás el pelo mojado sobre la oreja.

-¿Qué necesitan?-

-¿Qué podremos necesitar? digo.

Me mira en silencio.

-¿De qué tipo?-

-¿Qué precios tienen?

-Sólo me quedan dobles comunes, son 45 pesos-

Le doy 50, me devuelve 5 y antes de que le pregunte dónde queda la pieza toma el pincelito del esmalte naranja y sigue con su uña.

-Por esa escalera, al final del pasillo a la derecha, suben hasta el segundo piso, cruzan el patiecito y es la cuarta puerta a la izquierda-

Tardamos unos doce minutos en encontrar la habitación pero desde que abandonamos a la persona más inconforme con su trabajo que habíamos visto en la semana, nos besamos como dos calentones por los pasillos de ese extraño Motel.

Tenía la forma de una colonia de vacaciones que hay en Córdoba, a la que iba de chico. bien sindicalista, con plaza, pileta, patio y zona de juegos.

La habitación no es más que un cubo de 3 por 3 con una ventana que da a un patio. No tiene persiana, sino una cortina rosa y apenas entramos Mónica me pregunta si no se verá todo desde afuera. No creo que se vea, le digo pensando, de afuera se ve todo.

Espero que no le moleste que la haya traído a una pocilga como esta. Las paredes están pintadas de celeste y lo peor, la cama es de cemento, es decir, hay un montículo de cemento, con dos orejitas que sirven de mesita de luz, un colchón pesado y viejo con sábanas gastadas color verde agua. Al lado de la puerta hay un bañito. Moni va hacia la cama y después de dejar la cartera y prender un cigarrillo se va al baño, mientras, yo me quejo de que el ventilador no anda.

Saco una lata de cerveza de la cartera de Moni y está tan fría y ahí hace tanto calor que me dan ganas de tirármela en la cara.

Cuando sale sólo tiene puesto el corpiño y una bombacha negra. Su cuerpo está lleno de lunares grandes. Me hubiese gustado desvestirla pero no importa, por lo menos no salió desnuda.

Tiene los zapatos puestos, los muslos firmes y se para en posición de hembra decidida, en el centro de la habitación, es decir, pegada a la cama. Me levanto y voy hacia ella, meto mi lengua en su boca y me come, me mastica voraz y agresiva hasta lastimarme. La agarro bien fuerte de las nalgas y la levanto hasta mi cuerpo, suelta mi lengua para inspirar con fuerza, aprieto su culo duro y firme de gimnasio y la llevo hasta mi pija. Vuelve a morderme y otra vez más fuerte. La levanto y se prende de mí con sus piernas. Le dejo espacio a sus muslos y pasando mis brazos debajo de su cuerpo la atraigo hacia mí separándole las nalgas. ¡Ay! como voy cogerte, le digo en el oído y ella respira violenta, mordiéndome la oreja.
¡Cogeme!
Dice y me muerde. Me dan ganas de pegarle una cachetada pero no sé como va a tomarlo. La bajo de mi cuerpo y la pongo de espaldas a la pared. Me saco la remera. Paso mi dedo por su espalda, me saco los pantalones y la apoyo todavía con los calzoncillos puestos. Tiene la cola transpirada y yo el calzón un toque mojado. Le agarro las tetas con desesperación, busco sus pezones y los aprieto. Gime.

Desnudos, de la pared, vamos a la cama, se acuesta en el borde, boca arriba, abre sus piernas y las levanta. Me mira decidida, tiene negras las pupilas, y profundas, veo en sus ojos, su fuerza y su debilidad.
Agarra mi pija y la aprieta y me masturba con violencia antes de metérsela en la boca. Su brutalidad o su torpeza la hacen desconocer absolutamente el arte de mamarla.

-Quiero cogerte- le digo harto del matraqueo y la empujo hacia atrás. Me sonríe pícara y levanta otra vez las piernas invitándome a pasar. Con un poco de saliva en mi mano la acaricio para humedecerla. Después se la meto, apenas la puntita y de un empujón, todo lo demás. Hace una mueca de dolor con su mentón pero disimula o lo disfruta. Salgo y vuelvo a entrar con fuerza. Se aferra de mis piernas mientras la embisto, la cojo una y otra vez y ahora dice que quiere más.
La situación se tiñe de evento deportivo. Hace 40 grados y no paramos de transpirar. Unas gotas mías caen sobre sus tetas hechas, las agarro, se las esparzo por el cuerpo, toma mi mano y aprieta sus tetas, pongo mis dos manos a su servicio y ella amasa sus tetas y también mis manos. Sigue la ronda y el transito acelerado, apoyo mis rodillas contra el borde de la cama y el cemento va cortando despacito la piel de mis piernas. Levanta su cola para pegarse a mí y la ayudo con una mano. La otra esta en su boca y ella la muerde con violencia. Saco mis dedos y meto mi dedo gordo. Con el resto de la mano la tomo del mentón y aprieto su cara. Aprieto su lengua hacia abajo. No quiero lastimarla, quiero hacerle sentir la rigidez. Sonríe con placer malicioso. Seguimos chocando con rudeza, yo contra ella y ella contra mí. Estamos completamente mojados, siento debajo de mis axilas y mi nuca gotas de transpiración rodar.

Entro y salgo de ella con una facilidad total, ella acaba y cuando lo hace hunde sus uñas en mis muslos sin que le importe nada.

-Vamos al baño por favor-, le digo, -démonos una ducha- Cuando se la saco veo mi pija un poco ensangrentada. Me pregunto de quién será la sangre mientras me enjuago en el lavamanos. Mía no es.

El baño es tan chiquito que cuando abrimos la ducha el agua cae sobre el inodoro. Ni hablar de una bañera o siquiera una cortina de baño. Se pone de pie contra la ducha y vuelvo a metérsela sin cuidado. Cogemos y cogemos y el agua fría cae por nuestra espalda. Así como estamos tengo libre acceso a sus pechos y dejo que el movimiento de mi pelvis guíe la caricia de mis manos. Una vez, dos, tres y también más. Creo que no voy a acabar nunca y la verdad no es que me importa. Se está bien debajo del agua, así, sin preocuparme de nada, descargando toda mi energía en ella. Ahora levanta los talones para que la penetre mejor y seguimos así durante un largo rato más. Creo que los dos estamos acalambrados.

-Voy a acabar otra vez- me dice y pienso que tengo que acabar. Que difícil, no tiene sentido, sigo ahí, pero ya estamos cansados, quizás sea lo mejor, acabar, darle, más rápido, más rápido, darle un poco más hasta acabar. Justo antes de hacerlo exhalo la respiración y me doy cuenta que hace al menos diez minutos que estoy en completo silencio. ¿Dónde estaba? Sin decir nada. Saco la pija y acabo en su espalda, está otra vez roja de sangre y creo que es posible que esta vez sea mía. El agua lava rápido la leche de su cuerpo y mientras me voy hacia atrás para apoyarme en el lavamanos la veo temblar de cansancio.

Salgo del baño y me acuesto desnudo sobre la cama. Ella se demora un poco más. Cuando sale estoy fumando un cigarrillo y me pide una seca, le digo que se prenda uno, que agarre de los míos. Se acuesta a mi lado pero no me toca, toco yo entonces su pierna. Fumamos en silencio y tomamos la otra cerveza que ya está tibia. En un rato nos van a venir a golpear la puerta para que nos vayamos. Ella lo sabe y yo también. Cuando apago el cigarrillo tomo su mano y la llevo a mi pija, me acaricia dos veces antes de que se me pare. Luego va sola a chupármela. El segundo polvo es igual, directamente en el baño por el calor. Antes de irnos hay un tercero pero yo no acabo. En la puerta le digo que se tome un taxi, antes de subirse, nos saludamos con un beso pero sin lengua.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Más vida y emoción en la caspa que el abogado

Hablo con mi tío Ñato, le cuento que me quedo sin garantía para alquilar la casa en la que vivo, me dice, entre un tostado de jamón y queso y dos vasos de coca zero con hielo, yo te la presto. Siento el apoyo.
Llego a Buenos Aires y llamo a la dueña, le digo, orgulloso, no estoy tan solo, tengo una garantía de Rosario. Pone su voz de cotorra ignorante, grita y estira los finales de las palabras mientras las pronunciaba. Me habla como si yo fuese su hijo haciendo una travesura infame. Le digo, no me hable así que no soy su hijo, me dice, disculpame, yo soy así. Le cuento acto seguido que su yerno, el abogado de la familia, no contesta mis llamados, que estoy necesitando darle marcha a lo de la garantía.
Al final, me comunico con el doctor, le digo, Hola doctor, le habla Brian Bozkovic (Me dijo un croata que así se pronuncia), de la calle Armenia, el inquilino de Celia, su suegra. Un trago de acidez se escucha del otro lado del tubo. Luego comienza a hablar. Primero con una nítida voz de ardilla, después, sin perder la delgada tonalidad, habla el padre de la ardilla, un hombre más seguro porque estudió leyes, un hombre que seguramente es tratado y retado como un niño cuando su suegra le habla y también cuando la hija de la suegra tiene ganas.
Obvio microbio. Visto desde su perspectiva legal, yo no valgo nada, visto desde algunas mañana soleadas, tengo más vida y emoción en la caspa que el abogado.
Me dice, del cien por ciento del alquiler, mi antecedente como buen inquilino es solo un 10 por ciento, el otro cincuenta es que mi tío tenga más plata que Amelita Fortabat después de que Menem (a tocarse un huevito o una tetita) le pesificara una deuda de mil millones de dólares.
Corto el teléfono y camino hacia el patiecito de mi casa. Juan está en su pieza tocando, cuando me acerco me sonríe gracioso y me da la mano, Se la re diste vuelta me dice, y yo me “alegro non tropo” mientras pienso que tiene razón y que no significa nada.
Termino de escribir “Soyu”, un cuento que me divirtió mucho y Griselda me dice, brillante, lástima que no tiene final. La quiero, porque se da cuenta de las cosas. Así que escribí un buen cuento que no tiene final. Le escribo un mail, le digo que tiene razón, pienso en las muchas razones que me impiden escribir el final pero no se las digo, le pregunto sin tacto y con llanura casi ofensiva, ¿Cómo le pongo un final? Me dice que el mail no es el marco para eso. Le respondo que tiene razón y me quedo con las ganas.
Me pongo a buscar casas en Internet y no veo ninguna que no me parezca un disparate. Es decir, lo que puedo pagar casi me garantiza una pocilga, ok, digo en voz alta, qué otra me queda, tengo que mudarme. Después veo piden recibos de sueldo y garantías más firmes que Rocco Sigfredi a los 21 años.
Hace dos meses renuncié a mi trabajo. Durante un mes largo y también algunos días más, me sentí feliz, fuerte, relajado, alegre. Después Juan me comentó que por sus problemas laborales no iba a poder seguir alquilando la casa. En ese momento me llamaron para trabajar en el hostel y pensé, bien, algunas cosas toman forma.
Voy a mi última sesión con la psicóloga el 27 de diciembre. Para esa fecha hace 27 días que estoy desempleado y vengo de estar 20 días en Rosario. Esos días son determinantes para que me vuelva. Para que me anime. Con Verónica venimos hablando de la fuerza, de la mía, y en Rosario la recuerdo. Paso días junto a Ana Luz, me lleno de recuerdos de amor y frente a su mirada me voy sintiendo otra vez como me sentía hace años. En algún momento me doy cuenta que desde que me fui de Rosario nunca estuve mas de tres días seguidos ahí. Salimos con Ana a fumar un porrini en una plaza que queda cerca de su casa. Me siento cohibido y tímido porque ella me recuerda de otro modo, de uno, que por momentos no logro recordar. Pasan los minutos y después pasan algunas horas. Cuando ella me ve, me devuelve mi mejor yo. No reímos, hacemos chistes. Ahora es toda una mujer, antes nunca la había visto así. Esos primeros días la deseo, deseo que sea mi mujer, pero luego se me pasa.
En la última conversación con Vero le explico que no puedo seguir viéndola, que no tengo dinero, que no tiene sentido. Busca apoyarme y me dice que si quiero se lo puedo deber. Me enojo y se lo digo. Le digo, no necesito ganarme una deuda. Busco esa fuerza y mientras ella trata de dejarme en claro que más allá de que yo le pague y ella sea una profesional, no quita que no se preocupe por mi. Le digo que lea mi blog si quiere demostrarme su cariño. Me dice que una cosa no tiene que ver con la otra. Le dejo en claro que me cuesta muchísimo separar las cosas. Me mira seria, expresión que no logra ser intimidante sino sincera, y me dice que no me confunda, que no tiene que ver.
Me voy de su consultorio y camino por calle Libertador a la altura del Club de Golf. Diciembre en Buenos Aires y otro enero para mi. El tercero consecutivo y hay veces en que la gente trata de decirme qué hacer o más que nada, cómo. Me voy pensando si en realidad no habré exagerado. ¿Extrañaré a mi psicóloga? ¿La necesitare como ella cree? Me siento tentando a volver y decirle que seamos amigos, siempre me pasa, en casi todas mis relaciones con mujeres, prefiero que seamos amigos. El sol de las once de la mañana es el ideal para un buen cáncer de piel. Enumero mentalmente todas las veces en me cagué en la capa de ozono usando desodorante en aerosol.

Sobre una conversación que deberíamos tener

ROBERT: No estoy tan seguro de que esto tenga sentido.
JENNY: ¿Qué cosa?
ROBERT: Nuestra amistad.
JENNY: ¿Por?
ROBERT: El otro día me sentí extraño.
JENNY: ¿Cuándo?
ROBERT: En el recital.
JENNY: No te entiendo, ¿por qué?
ROBERT: Dale…
JENNY: En serio.
ROBERT: Llevaste a un amigo.
JENNY: ¿Y?
ROBERT: Por favor, estuviste histeriqueando con él desde que llegaste.
JENNY: No es verdad.
ROBERT: Dale Jenny, hablemos en serio.
JENNY: Estoy hablando en serio.
ROBERT: 15 segundos después de presentármelo me acariciaste la cabeza y la nuca.
JENNY: ¿Y eso qué tiene que ver?
ROBERT: Yo no soy tu novio.
JENNY: Sos mi amigo.
ROBERT: Le estabas dando una señal confusa a tu nuevo amigo.
JENNY: No es así.
ROBERT: Igual no me importa, no es por eso que quería hablar con vos.
JENNY: ¿Estás celoso de mi amigo?
ROBERT: No es tu amigo, no te engañes, te quiere coger.
JENNY: No todos piensan así Robert.
ROBERT: Dale Jenny, no te hagas la inocente. Vos también querías.

(Jenny sonrie)

JENNY: ¿Y qué si me gusta?
ROBERT: Nada, me molestó un poco.
JENNY: ¿En serio?
ROBERT: No lo sé.
JENNY: ¿Entonces?
ROBERT: Todo bien que no seas mi novia, todo bien que me pidas que seamos amigos. Te digo, todo bien, porque trato de no ser egoísta, porque es real que me gustas como persona, pero que te busques otro amigo, digo, otro a quien garcharte, eso… ni me interesa ni lo entiendo.
JENNY: No pasó nada con él.
ROBERT: Me fui, yo no sé qué pasó después y la verdad no me interesa.
JENNY: Te fuiste porque querías.
ROBERT: Tenia que encontrarme con una chica, pensé en quedarme y dar batalla, ¿Eso querías no?
JENNY: Entendiste cualquiera.
ROBERT: ¿Te parece?
JENNY: Si Robert, ¿Y quién es esa chica?
ROBERT: Nadie, alguien que conocí.
JENNY: Ves, a mi no me pone celosa.
ROBERT: Yo no la llevé al recital, le dije que nos encontrábamos después. Aparte, sabes, decime todo lo que quieras pero no me engañas. Yo te huelo, vos sabes que me doy cuenta de lo que estás pensando y ¿sabes qué es lo peor?
JENNY: No, ¿qué?
ROBERT: Que yo sé que si te hubiera garchado como vos querías, lo hubieras dejado a tu novio.
JENNY: Ay Robert, estás muy confundido.
ROBERT: No sé Jenny, para mi vos te morís por mi pasión pero te da miedo.
JENNY: No se qué decirte.
ROBERT: Es como aquella vez en el palier, te dejé decidir, fue mi culpa, yo sé que vos también lo pensas. Nunca me creí eso de que estabas menstruando.
JENNY: Era verdad Robert, aparte tengo novio y también lo tenía en ese momento.
ROBERT: Entonces te aplaudo, nadie finge como vos.
JENNY: No estaba fingiendo, estaba confundida.
ROBERT: El otro día en el recital, te paraste delante mi, bailabas despacio con tus bracitos en alto, ¿no te das cuenta?, te huelo, tus feromonas se estrellan contra los pelitos de mi nariz.
JENNY: Basta Robert, yo no estaba tratando de seducirte.

(pausa. Robert no sabe bien por dónde seguir)

ROBERT: Entonces te pido disculpas, pero me gustas más de lo que puedo tolerar.
JENNY: ¿Entonces no podemos ser amigos?
ROBERT: Pero si vos no queres ser mi amiga.
JENNY: ¿Cómo que no?
ROBERT: ¿Y el otro día, qué, entonces?
JENNY: ¿Cuando?
ROBERT: ¡En el recital!
JENNY: Estas fantaseando Robert.
ROBERT: Mira Jenny, si lo que vos querías era irte con ese pibito, te hubieses ido, no me duele, pero vos no hiciste eso, jugaste a esconderte detrás de mi, histeriqueaste con él y también le diste la sensación de que estabas conmigo.
JENNY: ¿De qué estas hablando?
ROBERT: Ok, ¿así es como me vas a tratar?
JENNY: Mira Robert yo quiero ser tu amiga
ROBERT: Entones toma un lugar más definido.
JENNY: Pero si no hago nada.

(silencio)

ROBERT: Entonces soy yo Jenny, la estoy flasheando.
JENNY: Y yo creo que si.
ROBERT: Pero me gusta mucho estar con vos.
JENNY: Y a mi también, pero no hay necesidad de que te confundas.
ROBERT: Vos no entendes.
JENNY: ¿Qué cosa?
ROBERT: Cuando estuvimos juntos yo no estaba bien.
JENNY: Claro, yo me acuerdo.
ROBERT: No era eso, me refiero, no me podía hacer cargo de tu amor.
JENNY: Yo nunca dejé de amarlo Robert.
ROBERT: Eso no es amor, vos lo sabes, sólo que te da miedo, te digo, vos podes casarte con él, pero entonces no serías quien yo creo.
JENNY: Me vas a hacer enojar.
ROBERT: Es muy posible que no volvamos hablar, dejame ser sincero.
JENNY: Está bien, pero no te metas con él.
ROBERT: Él no me interesa, no es él la razón de que vos no estés conmigo.
JENNY: ¿Por qué decís eso?
ROBERT: Porque así lo siento
JENNY: Estás equivocado.
ROBERT: ¿Estás segura Jenny?, ¿En serio?
JENNY: No sé Robert, las relaciones no son fáciles, Andrés es bueno.
ROBERT: Ya lo sé, pero bueno ¿por qué? Igual, sabes qué, no me interesa hablar de él. Yo vine a decirte otras cosas.
JENNY: Bueno, ¿qué?
ROBERT: Te parecerá estúpido pero si necesitas tantos amigos no me interesa ser tu amigo.
JENNY: Me duele lo que me decís.
ROBERT: Me hiciste sentir extraño Jenny, pensé que te habías dado cuenta, me pusiste en el medio de algo que para vos era un juego como si yo te perteneciera pero no es así.
JENNY: Me parece que el faso te pegó mal Robert, eso no fue lo que pasó.
ROBERT: Puede ser, pero igual, después del recital, estuve unos días pensando.
JENNY: ¿Y?
ROBERT: Nada, pensé en mandarte un mensaje, decirte "¿sabes que me volaste los pelos?".
JENNY: ¿Y por que no lo hiciste?
ROBERT: No te quise dar el gusto.
JENNY: ¿Con qué?
ROBERT: No quería decirte que me seducías completamente, no te lo mereces.
JENNY: ¿Por?
ROBERT: Porque sos una pendejita histérica.
JENNY: Y vos sos un tarado Robert.

(se miran durante unos segundos)

ROBERT: Mirá Jenny, quizás yo la flashee pero no siempre que estoy con vos siento que queres que te bese, el otro día lo sentí y así también se lo hiciste sentir a tu nuevo amigo. ¿Sabes que pienso?
JENNY: ¿Qué?
ROBERT: Que te habías peleado con Andrés, que no estabas feliz, que Andrés te ignora, que no lo hace a propósito, que te dan ganas de llorar ante su falta de compromiso.
JENNY: Cualquiera Robert. Estoy a punto de irme. ¿La queres cortar?
ROBERT: Dale, como vos digas, total es así, ¿no?
JENNY: ¿Así cómo?
ROBERT: Así, la que decide sos vos, cuándo cogemos y cuándo no, ¿o no?

(silencio)

ROBERT: ¿Sabes qué pienso de Andrés?
JENNY: ¿No, qué pensas Robert? Contame ya que parece que no podes parar de hablar.
ROBERT: Creo que no es más que un candadito en tu conchita.
JENNY: Estas arruinando nuestra amistad.
ROBERT: No te engañes, vos no queres ser mi amiga.
JENNY: Basta Robert.
ROBERT: Si te hubieses animado, si no lo hubieses puesto a Andrés en el medio yo te hubiera dado lo que vos querías. No pienses que no te lo dí porque no quise, la razón fue que no pude, te quería, pero no quería pelear con tus miedos para tenerte. Él es tu excusa, es tu manera de estar siempre protegida y no arriesgarte.
JENNY: ¿Pero quien te pensas que sos para hablarme así?
ROBERT: Soy tu amigo, ¿no?
JENNY: No lo sé.
ROBERT: El otro día no me fui con vos.
JENNY: Pero si yo no quería eso
ROBERT: Eso tampoco lo sé, pero fuiste lo suficientemente egoísta como para volarme los pelos.
JENNY: No sé si quiero seguir hablando con vos.
ROBERT: No te asustes, esta es sólo un conversación que deberíamos tener.
JENNY: A mi gusta estar con vos Robert, no sé por qué la tenes que poner tan difícil.
ROBERT: Mira Jenny, yo acepte que fuéramos amigos. Casi te lo propuse, te hice las cosas fáciles, te lo dije esa vez, te quiero, me pareces una persona que quiero conocer, no me importa cómo. Ahora creo que nos equivocamos. Yo sé que pensas en mi.
JENNY: Pero claro que pienso en vos tontito, sos mi amigo, yo te quiero.

(ella le pasa la mano por la cabeza, lo despeina dulcemente)

ROBERT: No puedo con esto Jenny.
JENNY: ¿Con qué?
ROBERT: Con vos, con tu dulzura, quizás ni sea tu culpa, pero no puedo.
JENNY: ¿Ser mi amigo?
ROBERT: No sé cómo ser sólo eso.

martes, 2 de febrero de 2010

Soyu

Me pregunta si quiero fumar.
Pienso, quiero dormir con vos, si fumo, olvidate de que el polvo tenga sentido.
Vamos hasta la mesa. Me dice.
-Si vos fumas, yo lo prendo-
-Prendelo- le digo porque un buen fumador entiende que si alguien te ofrece dos veces es que tenes que decir que si.
La mesa es ancha, cuadrada, baja, tiene un mantel rojo, se da vuelta para buscar el encendedor, me acerco por detrás, pongo mis manos en su cuerpo, quizás primero mis palmas sobre su espalda, la recorro despacio, la voy sintiendo y prestando atención a lo que siento. Es importante para mi conectarme con ella.
Tiene un vestido de tela de algodón negro, liviano, que se pega suavemente a ella, como si al vestido le gustara la forma de ese cuerpo, como si deseara pegársele sin molestarla; la acaricio, pone las manos sobre la mesa y veo que deja el porro, en pocos segundos siento que se me está poniendo dura, excitarme me pone feliz; corre la cara hacia un costado, tiene rasgos hermosos pero “hermosos” es un desastre para la descripción.
Parte de su pelo negro le cubre la cara, lo tiene corto y desmechado, puntas filosas como de publicidad caen sobre su pómulo marcado, sobre los labios rosas. Abre la boca y tiene los dientes pequeños, la lengua sale a tomar aire, se estira como si saliera de un sueño; mis manos están en su cadera y andan solas, hace rato dejé de pensar en ellas; veo su boca y quiero besarla, pasarles las palabras directas de la fuente, sin decir ruidos, lamerla, tocarla suavemente, de a poco, lamiéndola como a un helado, de a poquito, acostumbrarme a ella.
Ahora se arquea, me busca con su cola como una perrita y voy hacia ella como un perro, nos pegamos, con la ropa todavía puesta, pongo mi pija entre sus nalgas (El vestido fue confeccionado por un amante, el jean por un norteamericano). Soy un perrito juguetón y cogedor que podría cogerla toda el día. Es una perrita juguetona, con un clítoris que me enamora. Tengo la pija como la misma torre de Pisa, un poquito inclinada hacia la derecha, pero firme como la que más, esperando desde hace años esto, el polvo dorado, la Puta que vale la pena estar vivo.
Levanto su vestido y cuando mis manos tocan su piel algo en el ambiente cambia. El PH de su cuerpo va perfecto con el mío. Somos más que el vino y la soda, combinamos mejor que una loca de 60 años al lado de un cuadro de Warhol, somos He-man y She-ra, nadie se desea más que nosotros y hace cuatro años que una vez, aunque ninguno de los dos lo recuerde, elegimos no volver a hablarnos porque era más fácil.
Y no es que yo piense somos nosotros, porque somos dos cracks, Ay que ver qué polvos Señor, Vea qué maravilla Señora, acá estos dos se encuentran y cogen que da envidia. No es que yo piense, por fin lo entendí, dos más dos cuatro, la meto por acá, pero sin violencia, la acaricio por dentro, mi pija es más sensible que mis manos, voy despacio tocándola, la rugosidad de su piel, el músculo mismo que su chochito significa, un poco más firme por acá, más terso cuando la aprieto, y entro y salgo, apenas con la cabeza de mi estimado Joaquín, y un poquito más, con los ojos abiertos, la miro y hace cositas con la boca y gime despacio pero sostenido; parece un sueño; y un poquito más y ella es un violín y yo el arco mismo, entonces hay veces en que se mueve ella y yo me quedo quieto, soy el arco más firme del mundo de la música y ella, el más sexy y despierto de los instrumentos, el más sensible stradivarius.
Antes de irnos, levanta apenas la pierna y le acerco una silla para que la apoye. Con mi mano derecha le levanto el muslo y veo la sonrisa de su otra boca comerme lentamente. Cuando agarro su piel me siento parte de ella, no quiero apretarla, quiero tenerla, amasarla, atraerla más hacia mi. Nunca me he sentido más tentado de entrar en una caverna. Corre su cuello para atrás y nos besamos, ¡Por favor!, su boca destila un néctar pernicioso, me dan ganas de masticarla, de beber de ella, de su agua dulce de ninfa excitada, pero somos reales, sé que no tiene sentido, nos besamos desesperados como si en realidad corriéramos hace horas y sedientos, buscáramos tomar agua del rocío de la mañana.
Acostados en la cama, luego de un rato, pongo mi pierna entre las suyas y presiono suavemente su conchita. Pongo mi brazo por detrás de su cuello y ella apoya su cabeza en el hueco de mi pecho. Mete mi lengua en su boca y la chupa, chupa mi lengua transpirada, absorbe mi saliva y vuelve a hacerlo. Dame de beber, me dice sin palabras; Ahora soy respirar de vos, de tu dulzura, Ahora soy, dice todavía en silencio, que me respires y me lleves.
Sé que estamos a punto de perdernos. Tira la cola un poco hacia atras, y viene hacia mi como la marea, acaricia mi orilla de arena, suave como la tarde, apenas ruidosa y lenta.

miércoles, 20 de enero de 2010

Sobre una conversación posible

DANIEL: ¿Te vas por que soy impaciente?
NATALIA: No.
DANIEL:¿Te vas porque la que no tiene paciencia sos vos?
NATALIA: No quiero hablar de esto.
DANIEL: Me voy a quedar con ganas de decirte cosas si te vas a así.
NATALIA: Me voy, estoy cansada.
DANIEL: ¿Y el amor?
NATALIA: No mezcles las cosas.
DANIEL: ¿Cómo que no las mezcle?, pensé que nos amábamos.
NATALIA: Hay veces en que no es suficiente.
DANIEL: Si, cuando no se ama.
NATALIA: Yo no dije eso.
DANIEL: Deberías decirlo si te vas.
NATALIA: No creo que haga falta ser todo el tiempo honestamente cruel.
DANIEL: ¿Y esto es menos cruel? ¿Tu silencio es menos doloroso?
NATALIA: Yo no sé qué me pasa, sólo quiero irme.
DANIEL: Me voy a sentir tan solo.
NATALIA: No es cierto, vas a estar bien.
DANIEL: No es así, anda igual, yo me quedo.
NATALIA: Me estás haciendo sentir mal.
DANIEL: Vos también.
NATALIA: Bueno, pero no seas así, ya no te amo.
DANIEL: Viste que yo sabía.
NATALIA: Pero si me estaba yendo.
DANIEL: Si pero me dijiste que no sabias como te sentías y si sabias.
NATALIA: Queres discutir, eso queres.
DANIEL: Igual yo tampoco te amaba más.
NATALIA: Tu actitud es infantil.
DANIEL: No del todo, ¿No salías vos?
NATALIA: Si, eso mismo estaba por hacer.
DANIEL: No, no, no te vayas. Estela, por favor.
NATALIA: Sos insoportable.
DANIEL: Pero Estela, sabes que yo sin vos, mi cuerpo, todo en mi mente, te extraño ya mismo y todavía no te fuiste, ¿Cómo explicarte? el aire sabe rancio, tu perfume, la ausencia misma de tu piel perfumando el aire.
NATALIA: Me vale una mierda que seas poeta.
DANIEL: Eso es cruel, ahí te salio la hija de puta.
NATALIA: ¿Qué queres Daniel?
DANIEL: Estela.

(levantando la voz, enojada, impaciente)

NATALIA: Me llamo Natalia.
DANIEL: Ya no te divierte cuando jugamos.
NATALIA: Me cansé de jugar.
DANIEL: ¿Pero qué hay ahí afuera que no esté acá?
NATALIA: Nada, sólo que estoy cansada de pelear.
DANIEL: Pero el silencio no va a ser mejor.
NATALIA: ¿De qué estás hablando?
DANIEL: De cuando llegues a la casa de tus padres y te vayas a dormir y pienses en mi y me extrañes.
NATALIA: Sabes bien que lo que voy a hacer es ponerme hermosa y salir con mis amigas a bailar y tratar de cogerme al hombre más hermoso y estúpido del lugar.
DANIEL: No entiendo por qué la mujeres repiten el absurdo constantemente.
NATALIA: Vos vas a hacer lo mismo.
DANIEL: De ningún modo lograré dormir con una mujer más linda que vos en menos de un mes, eso lleva más tiempo para un hombre como yo.
NATALIA: Hay veces en que no comprendo si realmente te falta confianza.
DANIEL: Me gustaría abrazarte antes que te vayas.
NATALIA: No tiene sentido, me acercaría a vos y mientras vos me miraras, desearía besarte aunque es posible que vos no lo hagas.
DANIEL: Me condena un romanticismo exagerado.
NATALIA: Fue lo que más me gustó de vos cuando de conocí.
DANIEL: ¿Y lo que menos te gustó?
NATALIA: No sé, creo que no lo pensé en ese momento.
DANIEL: No te entiendo.
NATALIA: Digo que no me fijé en lo qué no me gustaba.
DANIEL:¿Cómo? Te diría que paso la mayor de las veces viendo lo que no me gusta de las cosas.
NATALIA: Es una lástima, una pérdida de tiempo.
DANIEL: Me pasa con la poesía, por eso me estaba quejando tanto.
NATALIA: ¿No te salían tus sonetos?
DANIEL: Para nada, les veía siempre los errores.
NATALIA: Me estoy yendo Daniel, basta de hablar por favor.
DANIEL: Cuando era chico tuve una novia que me leía los labios, me fascinaba.
NATALIA: Me voy.
DANIEL: Desconsiderada, te estoy contando algo.
NATALIA: ¿Qué tiene que ver?
DANIEL: Mirá, vos te vas y todo bien, pero al menos no me dejes con las palabras en la boca.
NATALIA: Pero si esto lo venimos charlando hace semanas, vos y yo sabemos que esto no va más, que discutimos todo el tiempo, vos no escribís, yo no soy feliz, el sexo es aburrido.
DANIEL: Me lo decís para que me duela pero no te pienses que soy iluso, la culpa también es tuya.
NATALIA: Acepto la parte que me toca.
DANIEL: Y te vas.
NATALIA: Me voy.
DANIEL: Así de simple.
NATALIA: Me voy.
DANIEL: Que triste.
NATALIA: Una desilusión.

martes, 19 de enero de 2010

Ella sueña

Por qué cuando se le pregunta en que piensa, no responde, no responde por largos segundos, mira distraída lo que está haciendo, actúa, lo nota en el gesto exagerado, en la innecesaria atención que pone a sus manos.
Antes dormían y él soñaba y ella lo despertó. Dijo su nombre, lo llamó, Ernesto, mientras aun dormía. Luego cuando él exaltado se despertó, con un gusto a temor en la boca, ella casi despierta fingió estar dormida.
La habitación es amplia, frente a la cama, la alta puerta de vidrios deja entrar la luz pálida, satelital, selénica. Busca él entonces sus ojos, busca saber si está atenta, se inclina un poco para poder observar y ella apenas se mueve y su cabello enmarañado le cubre la mirada, la oculta.
Me llamaste, le repite casi en un susurro, incapaz de saber si lo soñó, entonces ella parece levemente intranquila, finge pero es casi un destello, algo insignificante en el modo en que lleva la mano a su rostro, una tensión exagerada de los músculos, la premeditación total del acto. Sabía entonces que movería el brazo, sabia entonces que él hablaba y demora la respuesta. ¿Por qué?
Me despertaste, dice Ernesto molesto pero sin perder el gesto, la postura, casi dulce. Entre dormido, entonces, la escucha largar débilmente el aire, puede sentir incluso su relajarse, sus tibias piernas, suaves, largas, cruzarle la cintura, aferrarse a él, su mano deslizarse suavemente por entre los pelo de su pecho, su aliento espumoso, pálido, húmedo, entonces murmulla en su oído, Estaba dormida, y luego ella desparece, recostada sobre él, desaparece, duerme o simula, ya no hablara hasta mañana, no ha sido para tanto.
Entonces Ernesto tratara de descansar nuevamente. Pensará en el sueño que soñaba antes de despertar. Es difícil la tarea. Recuerda cierta sensación placentera, imagina que su malestar se debe precisamente a eso, a la interrupción de un delicioso sueño. Ahora ella respira más profundamente, debe estar dormida, ahora sí su relajación es total, su peso, marmóreo. Imposible recordar el sueño.¿Por qué pensar si realmente la ama? ?Por qué la imprecisada necesidad de estarse quieto, de no perturbar su frágil sueño?
Entonces contar los minutos, respirar despacio, pensar en los temores que nos acechan, en nuestra quietud, mientras todo lo otro sigue, incontrolable. Piensa Ernesto ¿Soy otra cosa que un desagradecido?
Y más quietud habrá hasta que por fin él se mueva, hasta que sienta dolor en la zona donde ella apoya su cuerpo, entumecidas piernas donde antes las frágiles piernas se posaron. Ella ignorará casi el acto, cobrará de inmediato una postura más o casi tan cómoda como la anterior. Luego respirara profundamente algunas veces y una agitación tenue corromperá la paz que posee. Algo la perturba, piensa Ernesto lleno de temores mientras la observa, piensa después que es a él a quien algo lo perturba, le dará la espalda, cruzará su brazo por debajo de la almohada y cerrará fuertemente los ojos hasta dormir.

sábado, 16 de enero de 2010

En busca del paraguayito escondido

Mike se fue a Norteamérica hace al menos un mes, de vacaciones, a tolerar a su familia.
Desde que se fue, con más y menos determinación, busqué infructuosamente el porro que sabía en algún lado había dejado escondido. No digo, miré un toque en sus cajones para ver si lo encontraba, digo, revise cuidadosamente cada uno de los bolsos donde guardó su ropa y no conforme, días después, saqué cada una de sus prendas y miré y rebusque en cada uno de sus bolsillos. Y sin embargo, nada.
Nada de nada y encima yo sabía que por ahí lo había escondido.
Mike es un ser humano de esos a los que les gusta coleccionar todo, como si la basura cobrara valor en sus manos y así tiene pilas y pilas del Buenos Aires Herald que nunca relee pero que sin embargo siempre guarda. Hasta tiene un cajón de manzanas donde guarda los frascos de Nescafé ya vacíos y sin limpiar. ¡Es increíble!, si uno lo piensa por un segundo, ¡usa un cajón de verduras que no es otra cosa que basura para guardar frascos vacíos y sucios que son, es obvio, también basura y así se acumulan sus cosas!
En cuanto a su ropa, tiene por lo menos 25 pantalones, y como hace ya años dejó de crecer, algunos tienen más de diez años. Así que cuatro bolsillos por pantalón, más las treinta camisas, más las camperas, más las camperitas, durante días no hice otra cosa por las madrugadas que hurgar y hurgar en busca del porrro escondido. Y sin embargo nada.
El otro día lo hablábamos con Juan, en algún lado debe estar y estando los dos manijas lo tuve que convencer de que yo ya había buscado. Hacia días ya que me había dado por vencido, días en que ya ni me molesté en seguir buscando.
Hace un rato llegué a casa con ganas de fumar. Son las seis de la mañana y vengo de tomar unos tragos con Vicky y Majo. El cielo está cerrado y parece que este sábado va a llover, soplar vientos y también volar techos. Sé que no hay posibilidades de encontrarlo y medio borracho como estoy, rasco el picachu para que largue cualquier restito pero apenas caen miguitas. Me siento un segundo frente a la compu y después, impulsado por el deseo, me levanto y camino hacia ese costado de la casa donde siempre terminan las porquerías y la basura que no tiramos. Ese, es el Reino de Mike. Maravilloso, lleno de cámaras de bicicletas, por lo menos hay ocho, maderas que levantó de la basura, alguna puerta de alacena que también trajo de la calle, sus pilas de diarios viejos, partes de bicicleta, bolsas y un cenicero lleno de filtros de fasitos bien finitos. Pobre, cuando lo veo llegar con partes de camas o troncos viejos me imagino que él no se da cuenta que en el tercer mundo nadie sale y encuentra una heladera en la basura. Sin embargo, como humano que es, fiel a sus hábitos, ha completado y repletado la casa con carreteles de cable con la promesa de hacer una mesa o el esqueleto de un placard de destino aún incierto.
El Reino de Mike siempre está desordenado pero prolijo. Lo reviso en la oscuridad sin ninguna esperanza. Agarro un bolso que creo haber revisado y en medio de la penumbra meto mis manos en los múltiples bolsillos que tiene. No puedo dejar de imaginar que en alguno voy a encontrar una cucaracha o algún pañuelo usado. Es el karma de la vida quien hace ese tipo de cosas y soy yo quien las imagina cuando hace lo que no debe. Busco y busco, parece que el bolso tiene un numero infinito de bolsillos. Seguro que es yanqui, es el tipo de cosas que sólo pueden hacerse en el primer mundo, un bolsillo con otro dentro, con un cierre y dentro de ese, uno bien chiquito con abrojo. Creo que si busco con paciencia es porque estoy borracho y sé que me da lo mismo seguir buscando que irme a sentar otra vez frente a la compu, sigo, un bolsillo más, doy vuelta el bolso, otro bolsillo, luego otro y luego, luego, apreto y ahí hay algo. Lo sé, está lo que busco.
Ahora estoy sentado en la compu pensando si tiene sentido fumarme un porro a esta hora. Como dije, son más de las seis, está a punto de llover.
No dejo de pensar que es extraño haberlo encontrado. Ya me había rendido.
Por eso siento felicidad, un tanto por poder fumarmelo, y el otro porque creo que es evidente que la vida me acaba de guiñar un ojo.
El cielo está extrañamente anaranjado, como si en vez de amanecer, atardeciera.
Estoy listo para fumarme el porro prometido.