jueves, 14 de enero de 2010

Luz

En la loca ciudad en la que vivo lo más difícil es conocer a alguien. Pensando en todos los que somos, debería ser más fácil. El resultado, sin embargo, es siempre contradictorio. Conoces a una chica en un bar, las posibilidades de que se vaya a tu casa a dormir son casi mínimas. Yo pienso, no es porque la mamá le haya dicho que eso es de putas, para mi es porque tiene miedo de que le pase algo malo. Y tiene sentido, si ni siquiera te conoce, por ahí vos sos un simpático careta y cuando llegas a tu casa, la atas y la subís a un coche para que se prostituya, en una de las peores vidas imaginadas, para que un imbecil violento pueda vivir de la esclavitud en el siglo XXI.
Y todo esto lo digo por que conocí a una chica y ya desde el vamos la cosa está complicada.
Estuve con una amiga de ella, que en realidad no es tan amiga, es decir no se llaman por teléfono para contarse secretos pero hace años que se conocen. Eso es un punto en contra y no sé si en realidad le importa tanto pero es una cuestión de modos y modales, ponele, así que mientras la besaba en la esquina la otra noche entre una lluvia ancha y espesa de verano, me dijo, tengo que hablar primero con mi amiga para seguir con esto. ¡Ay caramba! fue mi expresión más espontánea porque una gota fría me había bajado justo entre las nalgas, perdóname el exabrupto le dije, volvamos a cuando me besabas. Que no, que primero tengo que hablar con mi amiga y sus labios finitos y dulces se alejan y cerraban.
Encima, medio borracho, y medio desesperado, le confesé que era “real” que me gustara. Mientras se lo decía pensé, No, error, Para, pero nada, me escuchaba seguir hablando. Así que mientras le dejaba picando una confesión de amor sin sentido, no pude evitar pensar, pero si ni la conozco, es la primera vez que hablamos, al menos durante más de dos minutos, ¿Qué onda? ¿Qué es real? ¿Por qué le dije eso?
Ahí estaba entonces yo, entregado y absurdo, borracho hacía algunas horas, incapaz de seguir remándola, con una amiga en el medio, ignorando que un amigo ya me había dicho que le gustaba y todo por ella, a quien realmente no conozco (no hace falta que me engañe), después de estar a su lado durante tres horas, de haber compartido una larga conversación en la mesa sobre cómo imaginaba yo mi muerte y de haberle delirado la imaginación con una sarta inmensa de ocurrencias graciosas y no tanto, estaba ahí, decía, sin saber su nombre, tratando de hacerle entender que me gustaba, que era “real” que sucediera, pensando para mis adentros, ¿Significa aunque sea que tengo más ganas de dormir con ella que con cualquier otra?
Entonces antes de irme le pregunté su nombre, le pregunté si sabía el mío, le dije, mirándola a los ojos con mi mejor cara de pato acogotado, ¿sabes mi nombre?, y ella, que tal vez lo sabía, me dijo que no y me miró los ojos patucos esperando alguna confesión de tipo graciosa, pero yo, con ambas patas en la lata, no tenía mucho para argumentar, le confesé el absurdo nombre que mis padres eligieron y después le puse mi cara de disculpame. Ella me miró, quizás esperaba otra cosa, casi en la retina de sus ojos pude ver una sombra pálida de dolor y quizás, aunque sea demasiado dejar volar las ocurrencias, pude leer en ellos, Aunque sea te hubiesen puesto Miguel. Pero nada, me sobrepuse, como me sobrepongo a todo lo que puedo, con una sonrisa mueca, y haciendo gala de no importarme en absoluto nada, le pregunté su nombre como para cerrar la mano. ¡Ay su cara! Esa si que no se la esperaba. Puede tener sentido, me dije después de que me dijera que con una amiga de por medio mucho no iba a pasar, digo, tiempo después de que me despachara, caminando bajo la lluvia ancha antes descrita de un lunes de verano por la madrugada, me volví pensando, cómo le voy a preguntar su nombre después de haberle confesado el infundado amor que sus pupilas en mi incendiaban. ¡Ay! entonces de la caminata a casa, ¡Ay! de los pensamientos absurdos, irrefrenables y de las acusaciones que medio borra, como iba, me fui haciendo.
Para resumir, se llama Luz. El nombre me lo dijo mientras me miraba algo desconcertada. Luz me dijo cuando algo en sus ojos se apagaba. Después me despidió, y si bien besó otra vez mis labios, sus labios ya no me besaban.

2 comentarios:

  1. Los ojos patucos del pato acogotado que sólo puede recrear la forma de su muerte ! porque la Luz se apaga...?
    Me gusta esta nueva faceta 2010... avanti!
    Wellcome to the jungle...

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  2. me pasa siempreeee que me olvido el nombre, pero pienso que no tiene mucha importante el nombre de una persona. Uno no elije su nombre, y este no dice mucho de uno (a menos que te llames yanina, yolanda, jesica o algo asi jajaj)

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