miércoles, 4 de noviembre de 2009

Comprando una licuadora

EMPLEADO: Lo que usted dice es absurdo.

CLIENTE: Le digo que cuando estuve acá la semana pasada la chica me dijo que era posible.

EMPLEADO: ¿Qué chica?

CLIENTE: La del pelo naranja.

EMPLEADO: ¿Ana?

CLIENTE: No sé cómo se llama.

EMPLEADO: Debe ser Ana porque sólo ella lleva el pelo naranja.

CLIENTE: Ahí lo ve, ella me dijo que era posible.

EMPLEADO: A Ana la despedimos hace tres días, no iba con el perfil de la empresa.

CLIENTE: Pero ella misma me lo dijo cuando trabajaba acá.

EMPLEADO: Si, pero por eso mismo ya no lo hace.

CLIENTE: Si, pero lo hacia y a mi me dijo que se podía.

EMPLEADO: Por ella ya no está.

CLIENTE: Si pero ella…

EMPLEADO: Ya se fue, déjela ir

CLIENTE: Pero…

EMPLEADO: Tranquilo.

CLIENTE: Es que usted no me entiende, le dije a mi señora que podríamos comprar la licuadora en cuotas, ya estamos acá.

EMPLEADO: Si pero no se puede.

CLIENTE: ¿No puede hace una excepción?

EMPLEADO: Lo siento, no puedo.

CLIENTE: Es tan cruel, necesitamos la licuadora para ser felices, no puedo explicarle a mi mujer por qué no la puedo llevar.

EMPLEADO: Dígale que a Ana la echamos, que ella es la culpable.

CLIENTE: Eso no será suficiente.

EMPLEADO: Puedo darle el teléfono de la chica.

CLIENTE: ¿Y con eso?

EMPLEADO: Puede llamarla e insultarla por inflar sueños de modo vil y traicionero.

CLIENTE: ¿No le parece demasiado?

EMPLEADO: Puede ser, pero depende de usted.

CLIENTE: ¿No sería más fácil si hiciese una excepción?

(El empleado lo toma de un hombro)

EMPLEADO: Sabe que no puedo, yo respondo órdenes como todos.

CLIENTE: Pero no tiene siquiera ese poder.

EMPLEADO: Mire, si usted deseara comprar una heladera sería otra cosa

CLIENTE: Heladera ya tenemos, una licuadora queremos.

EMPLEADO: No hay cuotas.

CLIENTE: Mi mujer va a llorar, ¿no tiene sentimientos?

EMPLEADO: No me pagan por tenerlos señor, estas horas de mi vida le pertenecen a otros.

CLIENTE: Usted no es nada.

EMPLEADO: Ya lo sé.

CLIENTE: Déme mis cuotas.

EMPLEADO: No puedo, ya se lo dije.

CLIENTE: Miente.

EMPLEADO: Puede ser.

CLIENTE: Maldito.

EMPLEADO: No me insulte.

CLIENTE: Cobarde.

EMPLEADO: No se pase.

CLIENTE: Ignorante, necio.

EMPLEADO: Mi vida es tan difícil como la suya pero no me ando yo insultándolo señor.

CLIENTE: Estúpido.

EMPLEADO: Le repito que no es el modo.

CLIENTE: Idiota.

EMPLEADO: Deje de insultarme o no respondo de mis actos.

CLIENTE: Estúpido.

EMPLEADO: Basta…

CLIENTE: Déme las cuotas.

EMPLEADO: No puedo.

CLIENTE: Invecil.

EMPLEADO: Voy a llamar a seguridad.

CLIENTE: No lo haga.

EMPLEADO: No me deja opción.

CLIENTE: ¿Me va a dar la cuotas?

EMPLEADO: No puedo, ya se lo dije como veinte veces.

CLIENTE: Egoísta.

EMPLEADO: Usted es un caprichoso, ¿No entiende lo que le digo?

CLIENTE: Malo

EMPLEADO: ¿Malo? Cómo me va decir malo?

CLIENTE: Usted es malo, debe alguien decírselo en la cara

EMPLEADO: Malo. Malo, muy bien, entonces el señor quiere sus cuotitas y como no las consigue empieza a insultar a todo el mundo como si él se mereciera que todos le dieran lo que quiere.

CLIENTE: El tono irónico no me parece el apropiado.

EMPLEADO: Ay, ahora al señor no le parece apropiado el tono irónico,

CLIENTE: Por favor…

EMPLEADO: Y pide por favor.

CLIENTE: Ya agotó el recurso,

EMPLEADO: ya agoto el… sabe qué, mi vida es difícil, yo soy escritor sabe, odio este trabajo de mierda tanto como cualquiera odia su trabajo de mierda, lo odio con toda la fuerza de mi cuerpo a la mañana al venir pero hago el esfuerzo, sabe, hago el esfuerzo natural de sentirme feliz y casi lo soy por momentos. Y aunque me cuesta, aunque hay veces en que no quiero, trato de ser amable y de dejar el asiento a la abuelitas en el colectivo, así que no venga a romperme las pelotas señor, ¿entendió?

(silencio meditativo)

CLIENTE: ¿Y que escribe?

EMPLADO: ¿Eh?

CLIENTE: ¿Que cosas escribe?

EMPLEADO: Literatura.

CLIENTE: ¿Tiene algo publicado?

EMPLEADO: Todavía no, pero tengo en mente hacerlo muy pronto.

CLIENTE: Suena a mentira, ¿eh?

EMPLEADO: Ya le dije que no hay cuotas, ¿Por qué no se larga?

CLIENTE: Tengo que esperar a mi mujer de todos modos, fue con los nenes al pelotero. Mejor que crea que tenemos la licuadora así es feliz por un rato más.

EMPLEADO: No me interesan sus cosas, retírese.

CLIENTE: Acá me estoy bien.

EMPLEADO: Haga como quiera pero córrase a un costado y deje pasar a la gente.

(mira hacia sus costados)

CLIENTE: Acá no hay nadie.

EMPLEADO: Puede venir gente en cualquier momento.

CLIENTE: Espero acá hasta que venga alguien.

EMPLEADO: El que sigue…

CLIENTE: No hay nadie acá amigo.

EMPLEADO: No me importa, deje el lugar, el que sigue…

(se corre un paso)

CLIENTE: Acá está bien?

EMPLEADO: Un poco más.

(se corre otro paso)

CLIENTE: Así que piensa publicar algo.

EMPLEADO: Si, en unos meses, ya le dije.

CLIENTE: Y… ¿Qué escribe, novelas?

EMPLEADO: Eh… no, cuentos, relatos cortos.

CLIENTE: Ah… y de qué tratan.

EMPLEADO: Ficciones, cosas de la vida.

CLIENTE: Ah…, yo leí una vez uno

EMPLEADO: ¿Uno?

CLIENTE: Si. Uno

EMPLEADO: Un que?

CLIENTE: Un libro

EMPLEADO: Ah, ¿Cuál?

CLIENTE: No me acuerdo, era uno que nos dieron en la escuela pero en realidad no lo leí, miré la película.

EMPLEADO: Ah.

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