miércoles, 4 de noviembre de 2009

Historia del kioskito más chico del mundo

El paraguayo viene cada vez peor. Me fumo uno y quedo como un invecil pero sin imaginación. Me aburro y me pongo ansioso. Recién me despierto. Traté, pero el día me interesaba un culo. No es que ahora me interesa más, pero por lo menos no entiendo nada.

Como estaba aburrido me empecé a cortar la barba con una tijera, me dejé los bigotes y la chiva, después me saqué casi toda la chiva, después me hice el bigote de Hitler y estuve hablando como un alemán por algunos segundos, me reí un poco de mi pero sin reírme de verdad, me saqué el bigote, me saqué casi toda la barba, después me empecé a cortar el pelo y cuando me di cuenta terminé rapado y afeitado.

Salí a la calle sintiéndome un pelotudo y empecé a actuar como uno. Los pelotudos abundan y son muy fáciles de imitar. Un pelotudo es, quien deja ver que es un pelotudo, y no se da cuenta.

Voy al kiosco que queda a media cuadra. Es el kiosco más chiquito del mundo. Es sólo una ventanita de 30 cm. donde apenas entra medio de costado la señora que lo atiende. Nunca le digo nada pero mientras la veo maniobrar para ir a buscar al fondo una botellita de agua me dan ganas de explicarle, por que soy un pelotudo, que nunca vi un kiosquito más chiquito que ese y cómo mierda hace para aguantarse tantas horas.

No se copó.

Me dijo que por qué no me metía en mi cosas

Y yo le respondí tirándole la plata que no se pasara de pelotuda que era sólo un comentario.

Me respondió a gritos: andate de acá, no te vendo nada.

Le pedí que me devolviera la plata.

Andate de acá o llamo a mi marido pendejo de mierda.

No es para tanto, dame la plata y no vuelvo

Empezó a gritar, Horacio, Ernesto, Rubén, algún nombre de esposo

Como en el costado de la ventanita tiene apoyadas algunas golosinas, metí la mano detrás del vidrio y me saqué unos chocolates. Se los mostré, le dije que se fuera a cagar y después me fui.

La loca seguía gritando el nombre del marido así que me apure por si las dudas.

Cuando llegué a la esquina el semáforo hizo lo de siempre y le dejo el paso a los autos. Me quedé mirando el kiosco para ver si salía alguien y ahí nomás salió la señora mirando para todos lados exaltada, buscándome. Al toque me vio y empezó a señalarme.

Había un transito bárbaro y no faltaban los pelotudos de las bocinas así que sólo la veía moverse. En eso sale de la puertita un tipo grandote con cara de pelotudo violento. Son los peores, uno los ve y sabe que hablando no va a hacerle entender nada.

Tendría mi edad así que debía ser el hijo y no el esposo o la señora se hacia acomodar muy bien por las mañanas.

El tipo empezó a señalarme y yo pensé, en esta no me quedo. Antes muerto. Cruzando viene un auto gris de esos europeos como el auto fantástico, me meto en el medio y clava los frenos. Bocinas, puteadas. Escucho que el de atrás lo choca. Ya estoy mandado así que sigo, esquivo por atrás un colectivo y después un auto ya frenado. Corro hacia la otra esquina escuchando como me patean desde todos lados.

Me doy vuelta y atrás está el grandote haciéndome señas. Cruzo otra vez y en la esquina atropello a una viejita que viene del supermercado y la tiro a la mierda. Las bolsas caen, un paquete de acelga rueda por el piso, un leche explota y me salpica las piernas. Freno dándome cuenta de la pelotudes que acabo de hacer y veo otra vez al invecil inmenso que me persigue, le hablo a Dios para que comprenda, y corro como puedo.

Hace calor y el sol me parte la cabeza. Tendría que haber desayunado antes de fumar, ahora no tengo ni fuerzas. El gordo es lento pero constante, le llevo como 20 metros pero no se cansa. Pasando la mitad de la cuadra bajo a la calle. Para no atropellarme, un chavon en bicicleta clava los frenos y por la inercia se da los huevos contra el manubrio. Me putea, pero por el dolor, en la voz, se le filtra el aire. Corro junto a los autos para no chocarme con nadie más.

Cruzo la calle y escucho los bocinazos, miro al ciclista para ver que hace pero apenas se puede mover. Se agarra con las dos manos los huevos y dejó caer la bicicleta al piso. El gordo se mueve inquieto detrás de los autos que pasan. Quiere agarrarme. Ya estoy del otro lado así que comienzo a correr. En la esquina doblo y sigo corriendo, la calle está casi vacía así que voy por ahí. En la otra esquina vuelvo a doblar y también en la otra. Freno y miro para atrás cuando siento que ya no puedo más y no veo al gordo por ninguna parte.

No está por suerte.

Siento una burbuja dentro de la cabeza. Seca la garganta..

Miro mi mano derecha y está cerrada en un puño.

Cuando la abro veo los chocolatines todos aplastados hechos mierda. Me siento un PELOTUDO. El kiosco queda a veinte metros de mi casa. ¿Cómo voy a volver? Encima me corté el pelo. Que pelotudo.

2 comentarios:

  1. juaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!

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  2. Buscaba un motivo para arrancar este dia con alguna leve sonrisa que me quitara la mufa de haber ido a un lugar determinado a iniciar algun tipo de tramite burocratico y haberme encontrado con un cartel pegado al vidrio "nos mudamos a calle....." esto es por supuesto en la otra punta del uritorco. pues bien,he encontrado ese motivo!
    abrazos!!

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