miércoles, 4 de noviembre de 2009

Fernández y el inspector

Un hombre, puede ser un empresario, es encontrado muerto, colgado de una viga que atraviesa su oficina, con su propio cinturón.

El inspector Echeverría es quien acude luego de la denuncia. Junto con él entra el novato oficial Fernández.

Es una oficina que queda en un edificio lujoso del centro. La habitación es bastante grande y toda la pared del fondo es un inmenso ventanal. El empresario aun continúa colgado. Todo indica que el empresario se suicidó, debajo de él hay una silla caída.

El inspector observa la habitación buscando algo que resulte fuera de lugar. Tenía deudas pregunta, hablaron ya con alguien, la secretaria hizo la denuncia, ella lo encontró. Al parecer el empresario pasó toda la noche en su oficina, otras veces lo había hecho dijo la señorita, y cuando ella llegó, lo encontró colgado. ¿Dónde está en este momento? Se la llevó la ambulancia presa de un ataque de pánico.

Algunos uniformados se disponen a bajar el cuerpo, uno de los hombres levanta la silla y parado sobre ella, estirándose, trata de cortar el cinturón con una pequeña navaja de bolsillo. Mientras trata, el inspector nota que los pies del muerto apenas están a la altura de la silla. Le grita al policía que se detenga, pare con eso, hey usted, deje el muerto colgando, eh? le dice el otro medio distraído, sin comprender por qué alguien le está hablando, que deje al muerto ahí y se baje de la silla, el otro obedece, mientras baja de la silla pronuncia fuertemente, si señor.

El inspector se acerca hasta la silla y la pone sin esfuerzo debajo de los pies del empresario. Apenas con las puntas está parado. Mira enrededor de él, Fernández, si inspector, sacase el cinturón, ¿Cómo?, que se saque el cinturón Fernández, ¿para qué señor?, quiero que se suba a esa silla y trate de colgar el cinturón como si fuese a horcarse. Fernández lo observa incrédulo durante algunos segundos. Piensa que de todos modos debe hacerlo y después, los demás, se van a burlar de él, por qué el inspector le pide semejante cosa , es porque es un boludo y todos lo saben o por lo menos ahora todos lo van a saber; qué espera, lo sorprende la voz del inspector, y cómo si no pudiese aun reaccionar, se escucha decir, y por qué yo? Pero que dice Fernández? Se piensa que soy su madre, porque yo se lo digo Fernández, porque yo se lo estoy pidiendo y porque usted mide aproximadamente lo mismo que el muerto y quiero saber que es posible que usted se ahorque siguiendo los mismos métodos. Suficiente Fernández?

La prueba no dura mucho, Fernández no encuentra el modo de colgar el cinturón y luego colgarse con este. Lo hace durante algunos minutos. Luego el inspector se retira pero Fernandez no lo ve, sigue tratando, concentrado en lograrlo.

Cuando sale, el inspector le dice a su segundo, a este, me lo pones en un patrullero mañana por pelotudo.

Mientras tanto, Fernández, medita.

¿Por qué no lo hice y listo? Ahora todos se van a reír de mi, cómo le voy a preguntar y por qué yo, que pelotudo, no es posible que alguien diga semejante cosa en un momento así. ¿Y si le explico al inspector que yo nunca había visto un muerto? Y si voy y le digo, discúlpeme, estaba un poco perturbado por lo del muerto, sabe, yo nunca había visto uno y me sentí extraño, luego usted nombró la disparatada idea de que yo me quitara el cinturón, y cómo le explico, yo lo sentí algo obsceno, quizás y usted no me malentienda, tenga que ver con mi padre, mi padre, usted no lo sabe, murió hace unos años, para mi, desde ese momento, mi vida ha sido mucho más difícil. Mi madre no se puede cuidar sola así que yo vivo con ella para cuidarla. Ojo que no me quejo, me gusta, es decir, es mi madre y yo la quiero. Mi padre, le decía y perdóneme que me extienda, murió hace algunos años y yo no descanso en paz desde aquel día. Quería decirle algunas cosas antes de que eso sucediera pero me di cuenta justo cuando su muerte sucedió. He pensado muchas veces en que quería decirle que lo quería y también, más veces aún, que lo odiaba hasta el incansable desprecio y que su muerte sólo me importaba porque me privaba del desquite necesario que mis pensamientos necesitaban. Quería gritarle, sabe, y he pensado mucho en eso. Mi padre cometió el terrible acto del suicidio y como verá, las circunstancias son tan similares que me privó la mente de recursos el estar pensando tanto en cosas que habían pasado. Es como que me fui y luego usted que me pide el cinturón y yo no comprendí bien de que se trataba todo. Escúcheme Fernández, dice el inspector, cómo me va a venir con estas cosas, Fernández nota que en algún momento de tanto pensar en algo, eso estaba sucediendo. Cómo piensa usted que a mi me pueden importar todas esas porquerías, esto es una Comisaría, acá no llegamos a ese tipo de reflexiones, acá las cosas se resuelven al estilo clásico, cerradito y violento. Dos más dos, cuatro, Fernández, POR FAVOR, retírese, de ahora en más patrullero para usted, cuídese y aprenda.

Fernández sale confundido pensando qué pasó. ¿Cómo llego hasta ahí, así, de repente?. Cuándo había dejado de imaginar que lo haría y había comenzado a hacerlo. En cuanto a lo que él pudiese atestiguar sobre si mismo, estaba parado aun sobre la silla repitiendo dolorosamente los pasos, que imaginaba, había seguido su padre.

Le había parecido obsceno el acto del inspector pero cuando le había dicho que tratara de suicidarse, algo cómo de destino pareció acariciarle el pelo, algo lo motivo como diciendo, si, yo puedo hacer esto y trató de lograrlo. Por eso no había podido ver cuando el inspector se había ido y se había quedado pensando en que debería haber alguna forma de explicar por qué había sucedido lo que había sucedido, por qué esa sensación tan infantil lo había rodeado cuando preguntó y por qué yo? Y justo el inspector tuvo que hablar de su madre y explicarle que él no era ella, que por que sí, y Fernández había pensado, si supiera el inspector que justamente mi madre me decía cuando yo le preguntaba, y por que sí, porque lo digo yo. Me entiende Fernández?, le pregunta el inspector, pero entonces parece que el tiempo ha vuelto atrás, están otra vez en la habitación y el inspector espera que lo haga, que trate de suicidarse, pero Fernández no puede moverse, está pálido y por dentro aterrado, qué sucede, piensa, qué pasa conmigo; el inspector impaciente mira hacia los costados, este es pelotudo o se hace, le dice a alguien que le devuelve una mirada de afirmación. Alguien ríe al escuchar la pregunta. Se están riendo piensa Fernández, luego mueve su cuerpo torpemente, avanza hasta la silla, apoya un pie arriba, luego tomándose del respaldo de la silla, haciendo un exagerado esfuerzo sube el otro. Ya está arriba pero casi de cuclillas, qué hace? se escucha decir al inspector, y luego grita, me está tomando el pelo? Otras risas. Fernández comienza a enderezarse, tiene las piernas rígidas y sabe que en cualquier momento se va a caer. Qué pasa con mis pensamientos, piensa mientras se estira, qué pasa, luego se suelta y estira las manos, sáquese el cinturón, le gritan, se lo saca y trata pero no llega, luego más risas.

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