viernes, 13 de noviembre de 2009

día dificil en el trabajo

Ya no soporto el supermercado.
A la hora del almuerzo subo a la terraza y fumo unas secas. Trato de controlarme por que sé que me paranoiqueo si fumo mucho. Pero hoy no sé qué me pasó. Me fumé uno entero.
Cuando bajé me encontré a la encargada. Me quedé parado en la escalera con la boca abierta. Con la única persona que no quería encontrarme era con ella. Al medio día la había mandado a cagar haciéndole una seña con la mano y dándome vuelta. Se puso furiosa, me dijo que si no me gustaba estar ahí, me podía ir cuando quisiera. Me hizo acordar a mi vieja cuando me echaba de la casa y me dio risa. Ahora me la tenía que encontrar. Vino toda muy seria y me dijo que Ramiro quería hablar conmigo.
-muy bien, le dije, voy al baño y después subo.
-bueno, no hay problema, me dijo ella. Se quedó parada ahí. Después me dí cuenta de que era porque yo estaba todavía en la escalera.
Fui al baño y me lavé la cara con mucha agua. Me mojé detrás de la nuca y me hice unos buches. Me miré los ojos. No muy rojos, nunca se me ponen muy rojos. Eso si, un sabor horrible. Y no tenía chicles. Me hice un buche con jabón y salí.
Hace once meses que trabajo acá. No hay mucho trabajo así que ni siquiera me puedo arriesgar a ir de un trabajo de mierda a otro. Tengo que cuidar mi mierda. Tengo que defenderla. Es un lindo país este sin duda.
Ramiro no me cae mal. Es algo así como un tipo piola. Lo que lo diferencia de los otros tantos encargados que he conocido en mi vida es que no usa el látigo para mantener el orden. No usa la fuerza, usa la cabeza. No es que sea menos hijo de puta que los otros, sino que es un vivo hijo de puta. Un tipo así con algún ideal serviría para algo. Un tipo así sin ideales sólo puede hacer carrera en un supermercado. Va a llegar a gerente seguro, al menos, a gerente de turno.
Yo nunca voy a llegar a eso. No se si está bien o está mal.
El tipo estudió y todo. Técnico superior en administración de supermercados o algo así. Está orgulloso de su trabajo.
Llego a la oficina que queda al final del pasillo después de las escaleras, golpeo y entro. Es un cuartucho mugriento pero tiene aire. Que bien se está con el aire. Huele a cigarrillos y a frío y tiene las paredes cubiertas con estantes llenos de biblioratos con los meses del año, uno al lado del otro, desde el 2005 hasta ahora. Un cenicero rebalsa sobre el escritorio perdido entre un lío de papeles. Ramiro está sentado detrás y en el espejo de sus lentes puedo ver que está chateando por MSN.
-Sentate Julián- me dice sin levantar la vista. Se hace el que trabaja. Todos fingen que son otra cosa, algo más.
-Gracias-. Me siento. Después me mira un segundo a los ojos y luego baja la vista para buscar un sobrecito de azúcar. Tiene un vaso lleno. Saca uno, lo agita un apoco, rompe una puntita y lo vacía dentro de la tacita. Me tomaría un café, pienso, tomaría aunque sea agua. Siento un peluche en la boca. Comienza a hablar.
-Estuve hablando con Verónica por el inconveniente que tuvieron hoy al medio día-. Hace un silencio, saca la cucharita, la deja a un lado y se lleva el café a la boca. Puta madre, sí que lo está disfrutando. Casi que me dan ganas de decírselo.
Después sigue.
-En este lugar hay posiciones jerárquicas que tienen que ser respetadas-.
Me importa un huevo, pienso.
-Te guste o no, Verónica es tu encargada y vos no podes contestarle mal-.
-Ella me habló mal primero le digo interrumpiéndolo-.
-Dejame hablar Julián-.
Lo dejo hablar.
El sigue.
-A mi me parece que vos tenes un problema con la autoridad-. Mientras lo escucho me voy enojando. Que me diga eso me dan ganas de tener un problema con la autoridad.
Trato de contestarle pero me repite que lo deje hablar. Y encima lo hace de modo simpático, amable. Se pone serio pero no parece que me esté retando, es casi como que me está dando una lección de vida.
-Y no es sólo eso. Te dije ya varias veces que se tiene que ver el nombre de la empresa en tu delantal. Que si te queda incomodo lo cortes pero que no lo dobles así por que no se ve-.
Está así por que vengo del baño. Se lo digo, le explico que es porque vengo del baño, me responde que no le dé una excusa. -Aparte, me dice, te veo leer el diario-. Le digo que sólo leo los titulares pero que no lo hojeo.
-Ese tipo de respuestas sólo me confirman tu problema con la autoridad, no quiero que me des esas excusas-. Toma la tacita otra vez entre sus dedos y de un trago se acaba lo que le queda.
-Te vamos a suspender por tres días-, me dice mirándome a los ojos.
Le pregunto si puede ser este fin de semana porque estaba pensando hacer un viaje y me vendría bien que se juntaran los días.
Me mira con sorpresa.
-Ves, me dice con voz desarticulada, ese es el tipo de respuestas que vos no me podes dar-.
Le pregunto por qué no. Le explico que estoy tratando de ser honesto.
Se tira hacia atrás en la silla, poniéndola en dos patas y me dice que no tengo que ser soberbio, que le extraña que yo a mi edad no haya comprendido cómo son las cosas. Sigue hablando y yo mientras tanto pienso. En este lugar se quedan con la mitad de mi paga y también con la de mis compañeros, son la reglas pero no me gustan. Me dan ganas de decirle que él no es ninguna autoridad, esto no es más que un supermercado. Le digo otra cosa.
-Vos me queres castigar, eso no tiene sentido. Ella me habló mal, yo sólo le respondí-. De a poco va perdiendo la paciencia. Espera que yo se lo haga fácil y baje la cabeza.
-Me extraña, repite, que vos a tu edad no comprendas estas cosas. Tenes 28 años me dice. 28 años, repite-.
Tengo 29 pienso.
-Si no te gusta acá te podes ir-.
-A mi me gusta acá, la verdad es que no entiendo por qué me decís eso, lo que a mi me gustaría es que me paguen 300 pesos más, estar más tranquilo-.
Sonríe. -Y ahora no-. Me dice y abre la manos como explicándome que con mi actitud las cosas no se consiguen. -Este no es el modo de pedirlo-, agrega como si no hubiese quedado claro.
-Y claro que no, le digo sonriéndole, y ahora me vas a suspender-.
-Tres días-, me dice y mira la computadora como si estuviese haciendo algo.
Le repito, -puede ser que me coincidan los días con el fin de semana-.
-Tu soberbia no te va a llevar a ningún lado Julián-.
-Me trajo hasta acá y todavía no me quejo-, le respondo. Por un segundo pienso en lo que estoy haciendo pero no logro que me importe. Más que nada me gustaría quedarme discutiendo todo el tiempo que sea posible, ahí sentado, sin trabajar, jugando a la lucha con el empresario de supermercados. Se está bien con el aire acondicionado.
Le pregunto si me piensa mandar un telegrama explicando la razón de la suspensión.
Me dice que ese no es el modo en que ellos se manejan. Le digo que es la ley y me tiembla un poco la voz porque sé que me estoy arriesgando mucho y por nada.
-Acá hay algunas reglas que son claras. Cuando vos entraste a trabajar se te explicó que se iba a pagar un sueldo de medio tiempo por trabajar tiempo completo. Vos lo aceptaste-.
-Si, pero yo necesitaba trabajar y si decía que no, no me contratabas, no me podes decir que yo lo acepté, no tuve opción-.
Me mira cómo preguntándome para qué le digo eso. Eso él ya lo sabe, por eso pueden contratar gente por tan poco dinero.
-Este es un lugar serio, esto no es un bolichito cualquiera Julián. A mi me parece que vos no estas cómodo acá-. Pone los antebrazos sobre el escritorio y por primera vez desde que comenzó la conversación parece enojado y serio.
-Nosotros no te vamos a mandar un telegrama, ya te dije que ese no es el modo en que hacemos las cosas-.
-Está bien-, le digo, me tiembla la voz o es la sensación que tengo. -Entonces no me doy por avisado y vengo a trabajar igual-.
-Me parece que vos no me estas entendiendo-, me dice levantando el culo un poco de la silla y apoyándose en los antebrazos que todavía tiene sobre el escritorio.
Le pregunto si puedo fumar.
Me mira como lo hacía mi padre antes de pegarme.
-Vos sos un maleducado, me dice, y tu soberbia te va a traer muchos problemas en la vida-.
¿Entonces no?, le digo mientras guardo el cigarrillo en el paquete.
Le digo, aunque sé que en cualquier momento me echa, al menos de la oficina, que la ley dice que ellos me tienen que mandar un telegrama, que es así como un empleado se da por avisado, que de otro modo no me pueden suspender, que voy a ir a trabajar igual.
-Va a ser peor para vos-, dice mientras se pone de pie.
-Volvé a trabajar Julián, voy a hablar esto con Omar y después te aviso-. Omar es el gerente del supermercado y también el hijo del dueño.
Me levanto de la silla todavía sintiendo ganas de discutir pero ya me cortó las alas así que no me queda otra que irme.
El resto del día fue muy malo. Me comí la cabeza durante las tres horas que me quedaron. Un cliente me preguntó donde quedaba algo y en vez de mandarlo para cualquier lado como hago siempre le dije donde podía encontrarlo. Si me echan tengo que salir a buscar trabajo y eso va a estar difícil aunque no me asusta tanto. Pero igual sentí miedo, miedo a otra cosa, como si desafiar la autoridad me asustara más que las consecuencias.
Todos se mantuvieron alejados de mi durante el resto de día o yo los esquive sin darme cuenta. La encargada me habló dos veces pero ni me miró a los ojos. Ramiro, en cambio, me saludó como si nada cuando me iba. Todo muy raro. No sé que va a pasar mañana.

5 comentarios:

  1. me encanto pero que paso despues????

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  2. MMMM... Cuanta carga..me quedó atravesado en el estómago el dasafió a al ...lo nuevo... y necesito saber algo más... que le pasa?

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  3. exquisito! me encanto! pero tiene cierto aire a capitulo de novela y dan ganas de leer los que siguen!

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  4. SI !!! PORFA !!! MAS CRONICAS DEL SUPER !!! NO NOS QUEDA OTRA REIRNOS UN POCO EN ESTE PAIS NEGRERO !!! eso si , el retobaó me hace acordar a alguien !!! jajajaja

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